6/4/11

Solidaridad entre Gangsteres (I)

Recuerdo que, en mi infancia, las radios conectaban, de forma obligatoria, con los diarios hablados de Radio Nacional que, así, cubrían la totalidad del territorio con las noticias y con la propaganda del franquismo. Era frecuente escuchar, a través de las ondas, soflamas de algunos prohombres de aquel régimen, caracterizadas por un ardoroso amor patrio. Arengas que, después, eran repetidas por las escalas inferiores de la cadena de mando. Al escucharlas, y dependiendo del contenido de su mensaje, mi padre se preguntaba: “¿Cuánto habrán robado éstos para tener que parapetarse detrás de ese lenguaje? Yo apuntaba en una libreta el nombre del arengador y, efectivamente, antes de transcurrir un año, a esa persona le solía llegar el motorista con el sobre que contenía su cese en el cargo público que ocupara. El BOE fue reflejo de esos cambios en la cadena de mando del régimen. Con cierta frecuencia, el caído en desgracia veía aparecer su nombre en las noticias judiciales de algún diario de una provincia remota, que hacían referencia a delitos recogidos en el Código Penal de aquella época.

Los temidos manostijeras, Artur Mas y Oriol Pujol Ferrusola, repasan sus notas en el Parlamento catalán. ¡Nuevos recortes a la vista!

El pensador católico francés, Emmanuel Mounier (fundador de revista Esprit en 1932), años antes de emitirse esos diarios hablados, definió ese actuar visceral, tan propio de los nacionalismos, con estas palabras: «El capitalismo ha convertido el derecho a la responsabilidad en un derecho al interés usurario y a la impunidad. Pretende formar a la persona y la aplasta bajo la guerra económica, la explotación social y las oligarquías ocultas; pretende la iniciativa, pero la concede solamente a quienes ya la detentan; presume el riesgo, pero se preserva de él por una solidaridad de gangsters de la que comienzan a beneficiarse los Estados. (...) Las críticas de las que nos hemos hecho eco contra cierto comunismo de la irresponsabilidad alcanzan de pleno al capitalismo actual, que es un comunismo bastardo y enmascarado en provecho de una minoría».



En la primavera del 2010, un ex cargo electo de CiU me advertía que la escalada de radicalidad de CDC era directamente proporcional a las investigaciones judiciales sobre financiación de ese partido y a las decenas de casos de corrupción que envolvían el entorno más cercano a la dirección convergente, aquél tras el cual había pivotado toda la política económica de la Cataluña nacionalista de los gobiernos de Jordi Pujol, un especialista en salvar sus problemas judiciales conjurando la palabra Cataluña, como si de un mantra se tratara. Un pobrísimo discurso que siempre encontró personas crédulas de buena fe y que permitió, a tantos consejos de administración con quiebras más que fraudulentas, irse de rositas. Ahora, repiten la jugada con el parapeto del independentismo votante, a título personal, de Jordi Pujol y de Artur Mas, contando con aquella parte de la Justicia que tiene un baremo diferente de resolver y sentenciar cuando de los nacionalistas se trata, y de una policía autonómica casi por estrenar cuando las redes de corrupción nacionalista hacen de las suyas.

Jordi Pujol trató de reducir a la mínima expresión cualquiera de los mecanismos de control que la Generalidad, estatutariamente y por Ley, se vio obligada a mantener sobre el papel. A este hecho palpable durante su mandato, se le puede añadir otro éxito del Pujolismo: el capar a gran parte de la sociedad civil subvencionándola hasta las cejas, para utilizarla, movilizarla y desmovilizarla a su antojo y de acuerdo a sus sectarios intereses. Dioses en su Olimpo, Pujol y Mas aborrecen cualquier control en su Insula Barataria y no quieren, bajo ningún concepto, los controles que representa el Estado. Si abogan por la independencia, no nos engañemos, es para eludir cualquier tipo de control sobre sus andanzas.

En esta línea, Artur Mas advierte a Rodríguez Zapatero que si no firma el pacto fiscal que le propone, le denegará su apoyo parlamentario. ¿Desconoce Mas que, en la actual aritmética parlamentaria, sus votos no son imprescindibles? Duran Lleida, sí que lo sabe, y al tiempo que se desmarca de la deriva secesionista de sus socios de gobierno, matiza el “no haga la puñeta a Cataluña porque más adelante puede necesitar a CiU” con estas palabras: “Esta expresión de Mas lleva a alentar unas expectativas y puede dar a entender que Zapatero depende de nosotros, cuando esto no es así”.

A día de hoy, son más de treinta años de soportar a diario las arengas de los prohombres y mandos medios de ese nacionalismo catalán, que, henchidos de amor patrio, dan fe de su victimismo y de su obsesión por unos supuestos enemigos exteriores, que, por lo que dicen, son deleznables por definición y están siempre proyectando maléficos ataques contra Cataluña. En esta época de editoriales conjuntos y de pensamiento único, tal y como se preguntaba mi padre en la época de aquellos diarios hablados, yo me pregunto: ¿Cuánto habrán robado todos esos personajes para, con tanto ardor, necesitar enrocarse en la bandera, para parapetar sus corrupciones tras la palabra Cataluña?

Próximo artículo de Solidaridad entre gángsteres ...(II) Acuerdos, cumbre fallida y cúmulo de despropósitos

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