18/10/11

Matanzas de cristianos en Egipto

La acción del ejército egipcio y de los baltaguiya contra los Coptos no ha sido una acción aislada contra el cristianismo. Ha sido una acción perfectamente planificada por un radicalismo islamista que, tras las primaveras árabes, ha incrementado sus acciones hasta superar ampliamente a los gobiernos de transición.

Aspecto parcial del funeral celebrado el 10 de octubre en la Catedral de San Marcos en El Cairo

La matanza de cristianos continúa imparable en buena parte del mundo. Especialmente hiriente es el caso de Asia Bibi, sistemáticamente maltratada en cárceles de Pakistán, por el único delito de su fe cristiana, por la cual ha sido condenada a muerte. Shazbaz Bhatti, ministro de Minorías de la República de Pakistán, fue asesinado el pasado 2 de marzo por islamistas fanáticos, por su condición de cristiano católico y por defender la inocencia de Asia Bibi. O el caso de Youcef Nadarkhani, ciudadano iraní de 34 años, condenado a muerte en la provincia de Gilan por profesar la fe cristiana.


Tanques contra manifestantes

Los disturbios del domingo día 9 de octubre comenzaron cuando el ejército egipcio reprimió violentamente una manifestación de cristianos coptos en protesta por la quema de una iglesia en el sur del país, en Edfu -provincia de Asuán-. La intención de los coptos era manifestarse frente a la Radiotelevisión Estatal, pero la acción militar se justificó “en previsión de que fuera amenazada la seguridad del edificio”. El saldo de muertos fue de 25 y más de 300 cristianos heridos de cierta gravedad. Cráneos hundidos, extremidades aplastadas y cuerpos deformados. Los coptos, a pesar de la estrategia de los radicales islámicos, aún representan más del diez por ciento de la población aunque están siendo exterminados sin tregua alguna.

Los coptos acusan a las fuerzas de seguridad y a las bandas de matones (baltaguiya) de atacarles y de ser los autores de esta matanza planificada. El Ejército se personó con tanquetas y balas en la recámara, precedido por una turba organizada, armada y traída en taxis que la emprendió al grito de: «Islam, islam, islam».

La Iglesia copta, cuyo significado es “egipcia”, surgió de uno de los cismas de la Iglesia ortodoxa y adoptó como patrono a San Marcos, fundador de la Iglesia de Alejandría. Con más de dos mil años de presencia en Egipto, la historia de los coptos es una historia de sufrimiento. Han padecido la matanza de un millón de personas en el año 284 bajo el terror de Diocleciano. 1727 años después dicen con orgullo: ¡¡¡Y sobrevivimos!!! Desde el siglo XV, cuando el imperio Otomano triunfa sobre el Imperio Romano de Oriente, se ha ejercido la represión contra ellos. Represión recrudecida desde 1960, tras las reformas impulsadas por el entonces presidente Gamal Abdel Nasser, que hizo disminuir gradualmente el porcentaje de coptos. En los años 70 del siglo XX sufrieron el acoso del fundamentalismo islámico y del propio gobierno egipcio. A los coptos que poseían tierras e industrias se les expropiaron y fueron redistribuidas por el Estado. Entonces, parte de los coptos representaban la elite cultural y defensora de las libertades.

Shenuda III, el papa copto que el 10 de mayo de 1973 firmó una declaración conjunta con el Papa Paulo VI

En 1973, el papa copto Shenouda III firmó con Paulo VI la Declaración Cristológica Común. En 1981, bajo el mandato de Anwar el-Sadat, el papa copto Shenouda III fue aislado, en calidad de detenido, en un monasterio en el desierto. Con Mubarak en el poder, el papa copto fue liberado sin que eso significara la igualdad entre musulmanes y cristianos, ya que los coptos fueron excluidos de las instituciones públicas. Tras la caida de Hosni Mubarak, la inestabilidad política toma visos de persecución religiosa, puesto que los coptos han sido excluidos del nuevo poder legislativo egipcio que, en las próximas semanas, deberá conformar y someter a votación pública la nueva Carta Magna. Para la profesora de la Universidad de Cambridge, Maha Andel Rahman, "la discriminación sistemática contra los coptos ha sido común en algunas áreas, como la exclusión de altos cargos militares y de gobierno".

De hecho, aún hoy permanecen leyes que marcan una diferencia notable entre las feligresías, como los costosos y difíciles permisos que necesitan los cristianos para levantar sus templos, o la prohibición que tienen de divorciarse si no se declaran conversos al islam, o la escasa participación de los coptos en los cargos públicos.

En una ceremonia funeral presidida por Shenuda III, el papa de la congregación copta, y celebrada el 10 de octubre en la Catedral de San Marcos por los 25 cristianos asesinados se mostró la unión de la comunidad copta, que expresó su rechazo a la junta militar que gobierna el país desde la caída de Hosni Mubarak y exigió la renuncia del mariscal Husein Tantaui.

Féretros de cristianos coptos asesinados en El Cairo

Esa misma mañana del funeral, los coptos se concentraron en el hospital al que fueron trasladados gran parte de los más de 300 heridos por la acción de la Fuerza Pública, levantando la voz contra los tanques de guerra que aplastaron a algunos de sus hermanos y contra los soldados que les dispararon. Testigos presenciales hablan de cadáveres tirados al Nilo por parte de los soldados. La jerarquía copta decretó tres días de luto, ayuno y rezo.

Debido a la ferocidad de la represión más de 10.000 coptos han solicitado este año un visado para residir en países como Canadá, Estados Unidos y Australia, Reino Unido o Francia. El actual éxodo egipcio nos recuerda el genocidio del pueblo armenio cometido por parte de Turquía.

El espejismo de la plaza Tahrir en El Cairo

El 2011 se inició en Egipto con matanzas de coptos, que se han ido sucediendo a lo largo de todo el año. Cuando comenzaron las revueltas de enero y febrero, muchos coptos sintieron que “cada minuto era una vida entera” en un Egipto unido.

El símbolo de la revolución de la plaza Tharir, que ocupaba las paredes de las calles, poco a poco, se ha ido diluyendo con los ataques a la comunidad cristiana

“Un espíritu imposible de atrapar” en aquellos días inciertos para los coptos y para los conversos al cristianismo. Esperaban igualdad religiosa y se han encontrado que el Estado no acepta las conversiones al cristianismo y que el Tribunal Supremo ha confirmado la falacia de que “el Islam es un perfeccionamiento del cristianismo y deshacer una perfección es un ultraje”. Así, el converso al cristianismo debe pasar prácticamente a la clandestinidad, se ven obligados a cambiar de casa continuamente al ser víctimas de amenazas, especialmente de los salafistas, quienes las asaltan, saquean su interior e incendian el mobiliario. Hacer pública la conversión suele comportar meses de cárcel e interrogatorios por parte de la seguridad del Estado, con la aplicación de tandas de azotes y de descargas eléctricas. Si los conversos tienen hijos, sus familiares musulmanes pueden pedir la custodia de los mismos.

El Cairo, barrio de Mokattam, un gueto donde los cristianos coptos se mantienen en permanente alerta

Barrios enteros de cristianos viven en El Cairo de recoger basuras y alimentar marranos.

Tras las revueltas, los medios de comunicación no han sabido estar a la altura y se han comportado irresponsablemente aireando las voces radicales. De la política de aislamiento se ha pasado a la de discriminación y la desesperanza de musulmanes moderados y de los cristianos ha crecido. "Los Hermanos Musulmanes han prometido imponer la sharia y los salafistas expulsar a quien se oponga a un Egipto musulmán", añade el abogado Peter Ramses al Nagar, gran batallador de la libertad religiosa. Al margen de ellos quedan los musulmanes moderados y los coptos.

El 26 de junio de 2011, el secretario general de Amnistia Internacional (AI), Salil Shettyse se reunía con el general de división Abdel Fattah al Sisi, jefe del Departamento de Inteligencia Militar y miembro del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, y con el viceprimer ministro egipcio, Yehia El Gamal. Amnistia Internacional planteó la necesidad de garantizar el rendimiento de cuentas por los abusos en las detenciones y en las actuaciones policiales, como las pruebas de virginidad forzadas que se realizan para proteger al ejército de posibles denuncias de violación, así como la adopción de medidas positivas como la puesta en libertad de personas en régimen de detención administrativa, como la supresión de la legislación de excepción, de los juicios de civiles ante tribunales militares.

El general Abdel Fattah al Sisi explicó la necesidad garantizar la justicia social y de cambiar la cultura de las fuerzas de seguridad e indicó que se han dado instrucciones de no emplear la violencia contra los manifestantes y que se protejan a los detenidos frente a los malos tratos. Las víctimas de abusos –dijo- deben presentar su denuncia ante el fiscal militar y también pueden publicarla en la página de Facebook del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. El viceprimer ministro Yehia El Gamal ha apoyado la inclusión de salvaguardas de derechos humanos en la nueva Constitución y que se indemnice a las víctimas de abusos durante el levantamiento.

Tres meses después se produce una nueva masacre del ejército contra los coptos.

El editor del semanario copto Al Watani, Yusef Sidhom, en declaraciones a la BBC aseguró que “Se puede describir el problema como si fuéramos ciudadanos de segunda clase”. "En las tres últimas décadas ha habido una serie de agravios que afectaron los derechos ciudadanos coptos, en parte por una legislación desigual y por las actitudes oficiales opuestas a que seamos nominados en puestos ejecutivos del Estado o como candidatos en elecciones políticas", explicó Sidhom desde su oficina en el centro del Cairo.

Gobiernos occidentales, como el de EE.UU. y la Unión Europea, han condenado la violencia ejercida contra los cristianos. Elena Valenciano, ministra de Exteriores de España, inmersa en la Alianza de Civilizaciones, recomienda no viajar a El Cairo y Alejandría.

Decreto de la Junta Militar Egipcia

La junta militar comienza a hablar de la necesidad de reformar la legalización de los templos cristianos; pero, los Hermanos Musulmanes comunican que aunque las exigencias coptas son legítimas, no es el momento oportuno de su reivindicación con el país sumido en la inestabilidad. Algunos musulmanes radicales acusan a los coptos de querer entorpecer la revolución y apoyar a Mubarak, mientras el grupo palestino Hamas los acusa de recibir dinero de Israel para desestabilizar la región. Pero, en estos momentos resulta evidente la alianza entre Hermanos Musulmanes, de fuerte infiltración en el Ejército, y los salafistas para oprimir a los cristianos egipcios.

En un intento de controlar la situación ante la presión de las organizaciones islamistas radicales que sueñan con implantar sus particulares dictaduras, la Junta Militar egipcia ha emitido un decreto ley contra la discriminación religiosa, sexual y racial. El decreto, promulgado por el mariscal Mohamed Husein Tantaui, presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, ha sido difundido hace unas horas por la agencia Mena, propiedad del estado egipcio.

El texto del decreto ley advierte de un especial castigo contra quienes tengan una conducta que vulnere el principio de igualdad de oportunidades, justicia social y alteración de la estabilidad, y que comportará penas de cárcel y multas de entre 5.000 y 8.300 dólares a todo aquel que lleve a cabo acciones que generen discriminación contra un grupo debido a su sexo, raza, religión o lengua.

Si el que discrimina a los ciudadanos en virtud de su religión, sexo o raza fuera un funcionario público, éste será penalizado con al menos tres meses de cárcel y el pago de multas de entre 8.300 y 16.700 dólares.

El Cairo, barrio de Mokattam, casa de cristiano copto asaltada por las milicias salafistas

La presión a la comunidad cristiana no distingue entre ricos y pobres, editores, intelectuales o personas de barrio atisban con miedo y preocupación el futuro de la comunidad cristiana en el nuevo Egipto. Las amenazas son para todos los cristianos, especialmente en las zonas rurales. En las grandes urbes, la esperanza está en que las nuevas generaciones mantengan el espíritu conciliador y de igualdad promovido por la primavera de la plaza Tahrir. Pero, a cada nueva matanza esta esperanza decrece hasta hacerse invisible.

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