31/8/12

Crónica del ocaso

Minerva Katssenian relata la vida de inmigrantes armenios en la localidad riojana de Arnedo. Léamos su crónica.

Es viernes por la tarde. Las calles de Arnedo, la ciudad del calzado, hija de la que La Rioja presume con orgullo, se empiezan a llenar de gentes, niños y mayores, que pasean tranquilas bajo la suave llovizna, resultado lógico de un día de intenso bochorno.

Avenida de Stepanakert, capital de NagornoKarabakh, república independiente de facto, a la que los organismos internacionales no dejan unirse a Armenia. Instantánea tomada por Raffi Kojian el 17 de julio de 2006

Entre esas gentes, se encuentra un grupo de hombres, jóvenes y viejos, padres e hijos. Pertenecen a los más de trescientos armenios que componen la comunidad del pequeño país caucasiano en este rincón riojano. No hablan español, apenas balbucean unas pocas palabras; ¿lograrán entender algo de lo que, con empeño, trato de comunicarles?

A sus setenta y cuatro años, Iskandar (Alejandro en armenio) se ha convertido en el patriarca honorario de esta tribu integrada por unas cien familias, que comenzaron a instalarse en suelo español a principios de los noventa. Lleva veinte años en España, de los que ha pasado ya más de una década en Arnedo. Entiende el español bastante bien –al menos, en comparación con sus compatriotas– y se erige en intérprete. Sin embargo, algunos de los hombres y mujeres a los que visitamos –la mayoría, sin papeles– temen decir su nombre y se escabullen con desconfianza. Marian Shetoian llegó hace cinco años. Esta mujer de fuertes rasgos caucáseos lamenta entre risas su suerte: “Trabajo, muy mal”. Vive o malvive con su marido y uno de sus hijos (su hija está en Armenia). “Hace diez años, se vivía bien”, afirma Iskandar. Hoy, el calzado alimenta al 90% de estas personas.

Nina Haspertian es la sufrida y dulce mujer que ofrece su humilde morada a las visitas, conocidas o, como en este caso, por conocer. Su casa es el hogar siempre abierto a quien llame a su puerta y pida una historia. El relato se sirve acompañado de sencillos manjares postsoviéticos (todos ellos adquiridos en el supermercado ruso regentado por armenios, que también abastece a georgianos y ucranianos). La extrema sencillez de la estancia en la que nos encontramos llama la atención: un retrato de su difunto esposo colgado de la pared recibe como ofrenda un ramillete artificial de flores de pascua, y numerosas fotografías de sus seres queridos se hallan dispuestas sobre dos sobrias mesitas.

Su voz, rasgada por el dolor de un año de viudedad y varios más de pobreza, narra con sinceridad su pasado, presente y potencial futuro: su marido emigró en febrero de 2004; meses después, en junio, ella lo siguió. El trabajo se acabó pronto, dos años después. Desde entonces, sobrevive a duras penas gracias a ocasionales empleos como limpiadora y costurera; ahora, no hay trabajo. Sus hijos, en Armenia, y su hija, en Rusia, reciben su visita cada año. Allí, sus penas se amortiguan; la visión de sus nietos le devuelve el calor familiar. Aquí, sola, debe hacer frente a la única herencia que le dejó su marido, una hipoteca de 590 euros, que escasamente le deja margen para el pago del agua y la electricidad. Uno de sus hijos le envía dinero (toda una ironía para el inmigrante). Su sueño es vender su casa y regresar a su tierra, junto a los suyos. La cruz que lleva se le hace cada día más pesada: “Si en una familia trabajan tres o cuatro personas, está bien, pero sola no puedo”.

Mientras la mujer se levanta con modestia a preparar té, dulces y fruta, Iskandar hace un inciso y vuelve la vista a su pasado: “Nací en Nagorno Karabaj. Cuando tenía doce años, me fui a Bakú y viví ahí cuarenta y cinco; después de la perestroika de Gorbachov, me tuve que marchar”. Su hijo vive en Armenia; sus dos hijas, en España. Prosigue: “Estuve trabajando ocho años aproximadamente; mi trabajo consistía en poner remaches a los zapatos. Ahora que soy mayor, no puedo trabajar; estoy en casa y ando por todo Arnedo”. Nina regresa de la cocina, con lo que se inicia una típicamente armenia ceremonia del té, rodeada de un aire romántico y melancólico.

Más tarde, los hombres se reunirán. Compartirán sus esperanzas y desventuras al fuego del coñac, que no puede faltar en ningún hogar armenio. A falta de un templo apostólico, sus casas se convierten en lugar de reunión y culto a la tradición. Llueve. En las empinadas calles se respira una humedad perfumada de decadencia y nostalgia. Es el ocaso.

Minerva Katssenian

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27/8/12

Ofensiva contra la Iglesia Católica: (y V) Medios, arietes del ataque

Desde hace algunas décadas el grupo Prisa y su diario El País, y más recientemente el emporio mediático del multimillonario trotskista Jaume Roures, con la Sexta a la cabeza, llevan adelante una campaña permanente contra la religión en general y contra la Iglesia Católica en particular, y muy especialmente contra la Jerarquía Católica, contando para su cometido con su propia nómina de teólogos “prêt a porter”. En su empeño antirreligioso reciben la ayuda de medios de comunicación como el grupo Telecinco y el de Antena 3. En estos medios, en sus canales y diarios, los Informativos, programas de entretenimiento y de humor, reportajes de investigación, tertulias o series, artículos, crónicas o columnas de colaboradores concentran estos ataques directos y, también, otras agresiones más sibilinas a través de múltiples variantes.

Carta de rectificación al diario El País que, ante la callada del diario, acabó publicando la Conferencia Episcopal Española en su página en Internet

El diario El País publicaba el domingo 26 de febrero, en su página 32, un artículo titulado “Jaque al paraíso fiscal”, en el que se vertía las consabidas falsedades sobre la financiación de la Iglesia Católica en España. El Director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española (CEE), con la intención de aclarar solicitó, por carta de 29 de febrero, una rectificación, de acuerdo con el derecho regulado por la Ley 2/1984, de 26 de marzo. Aunque en el Estatuto del Defensor del Lector de El País figura entre sus funciones la “vigilancia para que el tratamiento de las informaciones sea acorde con las reglas éticas y profesionales del periodismo”, en su respuesta a una carta posterior de la Conferencia Episcopal, este Defensor del Lector afirmaba que las invocaciones al derecho de rectificación y al análisis de sus motivos legales no entraban dentro de su función y dio la callada por respuesta sobre las implicaciones éticas del asunto en cuestión. Pasados veinticinco días, como la rectificación solicitada a El País no se había producido, la Conferencia Episcopal Española, dado el interés general de su contenido, la publicó a las 11:59 horas del martes 20 de marzo de 2012, en su página en Internet.

La obsesión preferencial de la izquierda exquisita

En la rectificación se denunciaba la falsa afirmación de El País sobre que el Estado “tiene en nómina a obispos y curas como si fuesen funcionarios”, puesto que las diócesis son quienes retribuyen mensualmente a los sacerdotes, con el dinero que procede de una parte del Fondo Común Interdiocesano, que anualmente distribuye la Conferencia Episcopal Española. Este Fondo se compone, entre otras partidas, del dinero que los contribuyentes, de forma libre y voluntaria, asignan cada año en su Declaración de la Renta a favor de la Iglesia. Pero ni siquiera todas las diócesis pagan los sueldos con el dinero del mencionado Fondo, porque en él se incluyen partidas de asignación y no de distribución directa a los interesados.

La información de El País aseguraba que la Iglesia católica está exenta del IBI “en virtud de los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede”. Sin duda, El País mostraba así su desconocimiento del régimen fiscal regulado por la Ley 49/2002, de Mecenazgo, que otorga las exenciones a las instituciones sin fines lucrativos, como es el caso de la Iglesia.

En programas como La Sexta Columna, la difamación, la injuria o el insulto están garantizados como instrumentos de destrucción masiva

Un claro ejemplo de odio obsesivo y permanente contra los creyentes lo constituye La Sexta, especialmente programas como El Intermedio del Gran Wyoming o el programa-insulto La Sexta Columna del prepotente Antonio G. Ferreras. Una cadena, crecida a la sombra del zapaterismo, que hoy se encuentra en la ruina económica y que, en un intento desesperado, pretende hacer caja vilipendiando a los cristianos. José Miguel Monzón Navarro (Gran Wyoming) o Antonio García Ferreras (casado con la periodista Ana Pastor) tienen la misión de ir preparando las condiciones objetivas para convertir a los cristianos en chivos expiatorios de la crisis con la excusa de la postura de la Iglesia ante el aborto, la eugenesia, la eutanasia, el "matrimonio” gay, la libertad de escolarización, etc.

En un tiempo inferior a una hora, en uno de los programas de La Sexta Columna, Antonio García Ferreras especificó que:
• "La Iglesia se adueña de lo que pilla.”
• "Los hombres de Rouco se han hecho un hueco en la sociedad a golpe de manifestación política.”
• "La Iglesia juega a la desestabilización, al guerracivilismo, al conflicto.”
• "No pagan impuestos por sus edificios, ni por sus jardines, ni por sus huertos, ni por las actividades comerciales que hagan.”
• "La Iglesia está funcionando como una gran agencia inmobiliaria.”
• "La Iglesia no se puede apropiar ni de lo que es suyo.”
• "Las familias se ven abocadas a colegios religiosos.”
• "La Iglesia es montaraz, intolerante y niega la ciencia, es una Iglesia de signo medieval.”
• "La jerarquía de la Iglesia es ultra.”
• "La Iglesia con Benedicto XVI es integrista.”
• "La jerarquía de la Iglesia no quiere salir del paraíso fiscal en el que vive.”
• "La Iglesia católica ya no tiene nada que ver con el proyecto originario de Jesús de Nazaret.”

Campañas no casuales

Los ataques de la izquierda exquisita, el laicismo político y mediático no son casuales y requieren permanentes campañas mediáticas, cuya agresividad se basa en la mentira, la manipulación y la falsedad como instrumentos de intoxicación informativa y de adoctrinamiento de la opinión pública, preferentemente en determinadas circunstancias:
1. Cuando se acerca un período electoral.
2. Cuando determinados partidos tiene problemas y quieren taparlos desviando la atención de sus seguidores sobre los mismos, y radicalizando su política ocultar su profunda corrupción.
3. Cuando se inicia el período de presentación de la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.

Pero, los ataques de estos medios, que controlan el 80% de la publicidad, tienen el apoyo de grupos de empresas que emiten sus mensajes en aquellos programas especializados en la agresión a los creyentes cristianos. He aquí la relación completa de anunciantes del programa La Sexta Columna:
• Fujitsu
• Renault
• Citroën
• Yoigo
• Garnier
• Bayer
• Securitas Direct
• La Piara Nutrexpa
• Marcilla
• Henkel - Somat 10
• Banesto Grupo Banco Santander
• Bezoya Grupo Leche Pascual
• Peugeot
• Samsung
• Opticalia
• Iberdrola
• Pantene
• Biotherm – L’ Oreal España S.A
• Ariel - Procter & Gamble
• Byly
• L’Oreal
• Trident
• Braun
• Productos del Mar de Noruega - Salmón Noruego
• San Miguel- Grupo Mahou San Miguel

A raíz de las protestas organizadas por Hazte Oír, la empresa Securitas Direct fue la primera en retirar su publicidad, y San Miguel-Grupo Mahou se comprometió a no volver a anunciarse ni patrocinar programas que atenten contra las creencias y contra la libertad religiosa. San Miguel se compromete a estar más atenta al tipo de programas que contrata. Ariel y Braun también retiraron su apoyo al programa de La Sexta. El 10 de julio, Iberdrola reconsiderará sus criterios publicitarios y se compromete a no anunciarse en programas que ataquen los sentimientos religiosos.

Gente tan materialista como los grupos mediáticos que venimos mencionando, necesitan a los anunciantes para sobrevivir, aunque subrepticiamente traten de conseguir todo el dinero público que les sea posible. La Sexta es el mejor ejemplo de esas ayudas públicas indirectas. Pero si, cuando esos ofensivos programas-basura agreden a las creencias cristianas y a la libertad religiosa, les decimos a los anunciantes que sus contratos publicitarios, especialmente los de pauta única, posibilitan esos ataques y que la intolerancia de esas cadenas tiene un precio: el no comprar los productos de los anunciantes y la recomendación de esta actitud a familiares y amigos. Sólo entonces, y así, comenzaremos a hacernos respetar, porque para esa progresía el dinero es lo único que les importa.

En las tres últimas décadas, hemos visto cómo estos sectores de la izquierda exquisita, el laicismo político y mediático son incapaces de evolucionar lo más mínimo u superar su agresividad de tiempos pretéritos, y siguen pensando en las mordazas de sus gulags, en su revanchismo, en su rencor, en su odio y en su programación de los ataques a los símbolos, a las creencias y a la jerarquía de la Iglesia Católica.

Silenciar las denuncias y a los denunciantes

No es la primera vez que, ante las campañas de denuncia de Hazte Oír.org o de Más Libres.org contra aquellos intolerantes que se proclaman adalides de la libertad, los denunciados actúen como matones callejeros y como inquisidores que censuran cualquier opinión que no compartan.

En 2008, una campaña de HazteOir.org(HO) alertaba contra La Sexta por el programa Salvados, que transgredió todos los límites del respeto a las creencias religiosas. El mismo día en que Heineken anunciaba la retirada de su publicidad de ese programa se produjo la caída del servidor de Hazte Oír.org. Pocos días más tarde, Seguros Ocaso siguió los pasos de la cervecera y de nuevo volvió a fallar el servidor. Cinco días después, cuando El Corte Inglés retiró su apoyo a Salvados, se produjo otra caída del servidor.

El grupo mediático del multimillonario troskista Jaume Roures garantiza el ataque permanente contra la Iglesia Católica

Dentro de la reciente campaña promovida por MasLibres.org, el 14 de junio de 2012, a primera hora de la tarde, desde el servidor de HO, salía el último correo electrónico hacia los anunciantes denunciando los insultos de La Sexta. A las doce horas se inició un fuerte ataque contra la web de Hazte Oír, a través de la que se canalizaron todas las firmas de esta alerta. Ante el temor de ser descubiertos y para no dejar rastro de la autoría, los delincuentes informáticos siguieron el procedimiento habitual y organizaron un ataque de pago recurriendo a IPs (ordenadores) de zonas lejanas como China, Estados Unidos e Hispanoamérica, aunque también hubo algunos españoles. Durante toda la noche, de dos de la madrugada hasta las ocho de la mañana, la web atravesó momentos de dificultad por una doble agresión:
• un ataque de denegación de servicios (DDos), que es un ataque a una red que causa que un servicio o recurso sea inaccesible a los usuarios legítimos, normalmente provocando la pérdida de la conectividad de la red por el consumo del ancho de banda de la red de la víctima o sobrecarga de los recursos computacionales del sistema de la víctima.
• y un ataque por fuerza bruta, que intenta romper contraseñas de FTP y trata de recuperar una clave probando todas las combinaciones posibles hasta encontrar aquella que se busca, y que permite el acceso al sistema, programa o archivo en estudio.

Quizás, se pregunten: ¿quién instiga estos ataques contratando, en plena noche, mercenarios para que le hagan el trabajo sucio? ¿Quién se empeña en acallar a las organizaciones que denuncian la intolerancia de estos medios de la progresía exquisita?

Sin duda, hay que movilizarse contra aquellos que nos quieren amordazar, contra quienes quieren silenciar nuestra voz con total impunidad. Hemos de instar a los organismos competentes que garanticen el Estado de Derecho y luchen contra esa impunidad que atenta contra el derecho a la libertad religiosa y contra los otros derechos inviolables del ser humano, esclareciendo las causas de estos hechos hasta identificar y sancionar a los responsables de las violaciones de los derechos fundamentales. ¿Se ha de permitir que los intolerantes que se salgan con la suya? ¿Se ha de dejar abandonada la sociedad en manos de los violentos e intolerantes que se imponen sobre la concordia y el diálogo.

El Papa San Félix III, Pontífice del 483 al 492, dejó escrito que: “No oponerse al error es aprobarlo, y no defender la verdad es suprimirla; efectivamente, dejar de denunciar el error de los malvados, cuando podemos hacerlo, no es un pecado menor que el de incentivarlos”.

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21/8/12

Ramón Hernández Oter: Médico, carlista y humanista

Ramón Hernández Oter, médico y humanista, dedicó toda su vida profesional a la sanidad pública, ejerciendo la medicina en diversos lugares de España. En 1966 en La Rioja y, de 1967 a 1969, en Asturias donde realizó su especialización. De 1969 a 1978 ejerció en León, siendo nombrado Jefe de Servicio del Hospital General de León y, desde abril de 1978, en Tarragona. Especialista en radiología, fue durante más de dos décadas responsable del servicio de radiodiagnóstico del Hospital Joan XXIII de Tarragona. En este hospital fundó la Escuela de Formación de Técnicos en Radiología para habilitar profesionales en el manejo de aparatos radiológicos. Doctor en Medicina, Máster en Antropología y Licenciado en Historia por la UNED. Era, además, profesor titular de Radiología en la Facultad de Medicina de la Universidad Rovira y Virgili. Dirigió un número muy considerable de tesis doctorales, e intervino en diferentes tribunales examinadores de profesorado de la universidad española. Participó en el estudio de los restos depositados en el Monasterio de Poblet en el sarcófago del Príncipe de Viana.

Ramón Hernández Oter saluda a don Carlos Hugo de Borbón Parma, en presencia de don Carlos Javier de Borbón-Parma, el día de la inauguración del Museo Carlista de Estella.

Partidario de una sanidad pública cohesionada, tecnológicamente avanzada y profesionalmente cualificada, le dolía, por tanto, la calificación de sistema a extinguir concedida al sistema de seguridad social en beneficio de un Sistema Nacional de Salud, que, en su deriva hacia la nada, se especializaba y obcecaba en el desvío de fondos públicos hacia las corporaciones médico-farmacéuticas de gestión y beneficio privado.

Un carlista comprometido y leal

Vinculado al Carlismo desde el 22 de abril de 1961, al cumplir la mayoría de edad establecida por las leyes en esos momentos, pasó a militar en el Partido Carlista. Durante los cursos 1961 y 1962 actuó de secretario de la Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas (AET) de Zaragoza, siendo en 1963 su presidente. Cargo que abandonó al salir elegido en 1964 delegado por la Facultad de Medicina, desde donde impulsó que dicha Facultad se separase de la organización del SEU, para crear otra organización independiente de estudiantes, ajena al sindicato oficial. Miembro de la Escuela de Propagandista de Acción Católica, fue secretario de la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC) en su período universitario de 1957 a 1965. Medio año antes de acabar la carrera, en 1965, fue expedientado por el gobernador civil, Manuel Pardo de Santayana, por la organización y participación en la primera manifestación realizada en Zaragoza contra la presencia de la base norteamericana, y por las pintadas de “Yankees go home”. En León, fue el representante del Partido Carlista en la Junta Democrática. Fue miembro fundador de la Associació d’Amics de la Història del Carlisme de Catalunya.

En el aspecto cultural, como proyección de su actividad política, y por su condición de coleccionista de temas carlistas, reconocida internacionalmente, ha sido el alma de diversas exposiciones realizadas, entre otros, por el Ministerio de Educación –Las fuentes de la Memoria. Fotografía y sociedad en la España del siglo XIX- o por el Gobierno Vasco –Bilbao en las Revistas Ilustradas 1843-1900-. Parte de su colección ha podido ser contemplada en la Exposición itinerante de Fotografías del siglo XIX o en la Exposición sobre Carlismo realizada en 2002 por la Associació d’Amics i Amigues de l’Ebre de Tortosa. También, sus objetos históricos y documentación conformaron el grueso de la exposición El Carlisme. Llums sobre un passat amagat, celebrada en la Sala de Exposiciones de la Obra Cultural de Caixa de Tarragona, de 15 de septiembre a 19 de noviembre de 2006. También, en muchas publicaciones de historiadores nacionales y extranjeros se han reproducido documentos de su archivo, muy especialmente material fotográfico. Facilitó documentación a historiadores como Publio López Mondejar, Josep Sánchez Cervelló, Cesar Alcalá o Robert Vallverdú. Sin olvidar, su aportación a textos de vivencias personales como el del carlista vállense Joan Guinovart Escarré.

En reconocimiento a su compromiso y lealtad a la causa carlista, en acto celebrado en el Ateneu Barcelonés el 26 de noviembre de 2004, le fue impuesta la Cruz de la Orden de la Legitimidad Proscrita por don Carlos Hugo de Borbón-Parma. El día 19 de agosto de 2012, en Tarragona, el funeral por el eterno descanso de Ramón Hernández Oter fue oficiado por el capellán del Hospital Joan XXIII, compañero y amigo del fallecido. El acto contó con la presencia de S.A.R Doña María Teresa de Borbón-Parma, que tuvo palabras de recuerdo y afecto para Ramón, que causaron un hondo impacto entre los asistentes, muchos de ellos compañeros del difunto en el sector sanitario público.

Un hombre solidario y entusiasta

En el marco de la cooperación internacional española en Hispanoamérica y Norte de África, Ramón Hernández Oter participó activamente en dicha presencia científica, técnica y profesional, junto a otros médicos, profesores, investigadores y especialistas. Una ayuda que se prestaba a través de actividades de carácter científico y de intercambio, y de organización de cursos, seminarios o simposios. Una labor tenaz para acrecentar lazos de unión, especialmente con Marruecos, mediante encuentros periódicos y el reciclaje de clínicos de aquellos países en técnicas de vanguardia.

En estos momentos de dolor para su familia, en especial para su mujer Ester y sus hijos Berta, Paula y Ramón, es justo recordar la obra de este hombre generoso y esencialmente sociable, formado en la cultura del esfuerzo, de la exigencia, de la disciplina, de la sensibilidad y de la evidencia; un hombre forjado en la cultura del mérito, que rechazaba la promoción automática sin evaluación mediante pruebas objetivas y que no consideraba un mérito la posesión de un carné político o sindical, o la vía parental, para acceder a un empleo público.

Una persona cuyo recuerdo no sólo servirá a los suyos si no también a los afortunados que lo conocimos y lo apreciábamos. Un español que, sin duda, será recordado por todas aquellas personas, que se podrían cifras en miles, a quienes ayudó en sus enfermedades y que, a pesar de la gravedad de las mismas, quedaban atrapadas en la telaraña de un sistema capaz de generar interminables listas de espera y de alojar en el limbo la solución a sus padecimientos. Un compañero de trabajo que no dudaba en aportar sus criterios técnicos en las reclamaciones de recalificación profesional presentadas por los trabajadores sanitarios ante las instancias laborales y judiciales.

Un hombre, contrario al acoso y a la persecución laboral y profesional, a la descalificación radical de las personas, a la demagogia, al apriorismo, a la corrupción y a la manipulación ideológica, tan inmersa, hoy, en el endogámico sistema sanitario. Una persona que sufrió en carne propia la represión profesional, que algunos denominan mobbing, y que le supuso, en los dos últimos años de su actividad profesional, ser trasladado desde el Hospital Joan XXIII a un despacho en la sede del ICS en la calle Prat de la Riba de Tarragona. A pesar de ello sobrellevó su situación con dignidad, elegancia y sin rencor. Mostrándose siempre leal, digno y generoso para quien precisaba de su ayuda.

Ramón se mantuvo incólume en su línea de acción y de pensamiento, en su crítica y denuncia al proceso de descomposición de unos poderes dedicados más a acciones contra legem que a una gestión pública honrada secundum legem. Un proceso que ha envilecido a la sociedad sometiéndola a la megalomanía de los poderes de turno de unas taifas, que han impuesto el mimetismo cobarde y la mutación ante el sol que más calienta. Unos poderes que, en el decir de Ramón, se comportaban como caciques y como fariseos sin el más mínimo programa ético. Ramón solía recordar la referencia bíblica “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad”.

Ramón Hernández Oter supo mantener, contra viento y marea, su compromiso y su lealtad y mostrarlos con orgullo y sencillez, con su estilo entusiasta, ameno y didáctico, con su curiosidad, rigor y perseverancia.





Ramón Hernández Oter, doctor en Medicina, antropólogo e historiador, nació en Zaragoza el 22 de abril de 1940 y murió en Tarragona el 18 de agosto de 2012.
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1/8/12

Ofensiva contra la Iglesia Católica: (IV) Defensa contra la agresión impune

El fenómeno de la persecución anticatólica no es nuevo, es un hecho cierto que suele coincidir con ambientes totalitarios y dictatoriales donde se busca borrar el culto a Dios y todo lo que dimana de éste. Históricamente, son los tiempos en los que los cristianos refuerzan su fe y su testimonio.

Cristianos iraquies denuncian la persecución en Irak

La rapidez, inmediatez y facilidad para difundir información y transmitir ideas vuelve banal la vida en un mundo global, y la somete al Dios del materialismo, al yoismo, a la pachamama o madre tierra, o al deseo de los ojos. Algunas personas montan su propia religión, sus devociones y sus dioses, olvidando por completo principios, enseñanzas y tradiciones. En algunos países, muchas veces la particular forma de pensar del representante público de turno se impone a los demás y, en consecuencia, el pensar diferente puede ser causa de muerte o extradición. Este imponer la ideología del pensamiento único, vulnera derechos inalienables fundamentales como el de libertad religiosa. La imposición, además de ser ilegal, acaba siendo una pobreza para el pueblo.

La Fundación Copta de Derechos Humanos y la ONG Solidaridad con los cristianos de Egipto denuncian continuos abusos, desapariciones, asesinatos y persecución de cristianos en el país del Nilo. Desde la primavera árabe, más de 1.600 mujeres cristianas han sufrido atentados contra su integridad y sus derechos, llegando a su captura para obligarlas a casarse y convertirlas al Islam.

En España están germinando ataques permanentes a las iglesias, a sus dogmas, a sus instituciones, a sus ministros y a las imágenes religiosas más veneradas, con profanaciones de sagrarios, agresiones verbales, boicoteos en las manifestaciones públicas como procesiones y Jornadas, manipulación en las informaciones manejadas por medios de comunicación… Bien evidente fue el caso de los ataques a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid y en otros puntos de España. Más próximo en el tiempo y fuera de todo guión, unos totalitarios agreden la imagen de la Virgen Blanca en la Universidad Complutense aprovechándose de la marcha minera sobre Madrid.

O, en Melilla, se realiza un montaje burlesco sobre el Cristo de Mena, el Cristo de la Legión, que contó con la subvención económica del gobierno del PP. Una mofa más que se suma a las exposiciones periódicas de cuadros ofensivos sobre la semana santa. Sin olvidar, el inadmisible y reiterado uso del lenguaje, de imágenes u otros símbolos religiosos, con fines comerciales, políticos o ideológicos, ajenos por principio a su naturaleza y finalidad, y que es rechazable, lo mismo que aquellas coacciones y amenazas que buscan limitar o impedir la enseñanza y la profesión pública de la fe de las personas y de los grupos religiosos.

Los ataques suelen acompañarse de hechos vandálicos contra la identidad religiosa y cultural, contra el testimonio de fervor y veneración, contra las muestras del espíritu de libertad y de reconciliación del pueblo de Dios. Son acciones en contra de personas, lugares y símbolos católicos y de otras denominaciones cristianas, realizadas para vulnerar el sentimiento católico de la mayoría del pueblo, que desdicen del espíritu de respeto, tolerancia o afecto hacia lo religioso que es tradicional entre nosotros, que atentan contra la convivencia pacífica e inciden negativamente en el clima de la seguridad ciudadana, y que ponen en peligro el disfrute del derecho fundamental a la libertad religiosa y de conciencia consagrado en la Constitución.

¿Por qué estos ataques permanecen impunes? ¿En su defensa, qué deben hacer los agredidos? ¿Hay solución para este problema?

La pasividad agrava la impunidad

El ataques se orienta a sustraer el alma de nuestra cultura, a provocar su decadencia e imbuir una actitud de impasibilidad y de resignación ante lo “inevitable” del coste del progreso de la sociedad aconfesional en la que todo vale. Pasividad, permisividad, negligencia, complicidad y falta de determinación de unos poderes públicos que acaban por desproteger los derechos de quienes profesan la fe cristiana. Esa pasividad y ese asistir inermes a los ataques, vengan de donde vengan, tiene trascendencia para la difusión de los valores del Evangelio y de su mensaje de salvación en todos ámbitos donde transcurre la vida de la persona y en pos de su reconocimiento social en el camino de una sociedad más justa y libre. Insensibilidad y pasividad que favorece la impunidad de los agresores.

El 18 de abril de 2007, se producía un ataque a una imprenta de Biblias en Malatya (Turquía). Tres cristianos turcos fueron atados a sus sillas, torturados y apuñalados varias veces hasta ser finalmente degollados. Las autoridades juzgaron a cinco sospechosos de matar a los cristianos. Cinco años después, aún no hay condena.

La bondad o maldad de los progresos técnicos de la humanidad dependerá del uso que se haga de ellos y de los fines a los que se dediquen. La actual proliferación de medios de comunicación social –prensa, radio, televisión, cine, vídeo, teatro, internet- hace de éstos el primer lugar de propagación y transmisión de las ideas, y pueden ser los grandes aliados en una tarea educativa. La rápida difusión de ideas y su instantánea transmisión nos permite hoy hablar de la globalización del pensamiento. No podemos obviar que los medios se están convirtiendo en las primeras instancias morales, educadoras que dictan lo que está bien y lo que está mal, lo feo y lo bello, lo que debe hacerse o permitirse y lo que no. En ese contexto los medios de comunicación inspiran comportamientos, estilos de vida y maneras de comprender el mundo y a la persona, hasta el punto que un amplio sector de la población delega en ellos su capacidad de pensar por sí mismo. Pocas ideas o tópicos, repetidos hasta la saciedad, machacan a la persona, especialmente a niños y jóvenes, para que no sometan a éstas a un análisis riguroso, ni averigüen de dónde vienen, ni a qué intereses o intenciones responden, ni si responden a la realidad de los hechos. La acumulación de informaciones dificulta el espíritu crítico y va moldeando sus criterios, conductas y vidas y la visión que de ella van adquiriendo. Lo personal y la intimidad se va desmoronando e incluso, muchos padres delegan en los medios la responsabilidad de educadores prioritarios de sus hijos.

En esta sociedad saturada por la variedad de medios de comunicación, y por tanto de canales para hacer llegar a la opinión pública su voz, se da la paradoja de que muchos católicos permanecen en gran parte mudos, facilitando la impunidad de las agresiones anticristianas. De manera progresiva, se han acostumbrado a convivir con ellas y las han instalado en su vida cotidiana. A menudo, medios proclives al cristianismo manifiestan temor, o como mínimo tibieza, para alinearse al lado de la Iglesia, y tratan temas que afectan a la Iglesia con una calculada ambigüedad, dando una de cal y otra de arena, y se muestran cicateros en el elogio o en el reconocimiento de la labor positiva de la Iglesia a favor de los más desfavorecidos, en educación, con los enfermos, en la promoción de los valores sociales y económicos y en la defensa a ultranza de todos aquellos valores en los que se asienta la dignidad humana. Otros medios menos proclives, en clave de humor, tratan de minar los fundamentos cristianos que han tejido nuestra historia y cultura con sus gestas heroicas y tragedias, con sus aciertos y errores, con sus épocas de esplendor y decadencia.

Hacer visible a la victima

Es innegable que algunos medios de comunicación social bombardean a diario la concepción cristiana de la vida y del hombre con ataques directos contra la Iglesia, para crear una atmósfera cada vez mas contraria a los valores del humanismo cristiano, y para acentuar el vacío existencial que amenaza al ser humano de hoy, y que es origen de lacras como las drogas, el alcohol, la promiscuidad sexual, las enfermedades mentales, la incapacidad para mantener la fidelidad conyugal...etc.

En este mundo global los ataques están perfectamente programados para anular, eliminar o enviar a las catacumbas al creyente, y a las víctimas no les queda otra que levantar su voz y hacerse escuchar. Para tal cometido, los medios de comunicación constituyen un desafío, un campo difícil y competitivo del que no se puede prescindir por la gran labor que desempeñar en el adecuado desarrollo social y democrático. Se necesita capacitación, un esfuerzo de aprendizaje, para responder a la nueva situación donde los imprescindibles medios de comunicación son un campo difícil y competitivo y donde, ante el gran desafío el obtener el reconocimiento social a los principios cristianos, no cabe inhibirse en los debates que se vayan planteando. No podemos obviar que esos mismos medios de comunicación pueden convertirse en instrumentos de manipulación, de odio, mentira, calumnia, y encubrimientos al servicio de intereses económicos y políticos ilícitos de determinados sectores o personas, llegando a desinformar en vez de informar, a deformar en vez de formar.

Desde que en 1883, The New York Sun iniciara el sensacionalismo, miles de medios de comunicación sucumben ante esa tentación

Sin duda, los medios son el primer lugar de propagación y transmisión de las ideas, y buena parte de ellos se declaran adversarios o son utilizados por los enemigos de la Iglesia para conformar un ambiente contra ella. Día a día, con fórmulas sensacionalistas, de escaso contenido y rigor, crean fácilmente un estado de opinión pública errónea y contraria a la Iglesia que es muy difícil corregir,, de acuerdo con el principio de “Calumnia, que algo queda”. Tratan de dar una visión deformada o desinformada contra la Iglesia, sus ministros o sus declaraciones, a tal objeto se hacen juicios apresurados o se mantienen silencios cómplices ante los ataques desmesurados o las mentiras manifiestas que se vierten contra ella. Repetido esto una y otra vez contribuye eficazmente a denigrar y a poner bajo sospecha a la Iglesia cada vez que surgen cuestiones que la atañen directa o indirectamente. A diferencia del pasado, los modernos instrumentos mediáticos confieren a la actual persecución y ataques una mayor resonancia por la inmediatez y la universalidad de su alcance. Es el sectarismo y la tendenciosidad que se opone al disentir y a la crítica razonada.

Los medios, también, pueden ser aliados, Para su función pastoral y evangelizadora, la Iglesia ha de servirse de ellos, tal y como ha hecho con los medios adecuados de cada época. Con la imagen –arte, pintura, escultura en pórticos, fachadas, retablos y manuscritos iluminados- se podía dirigir a una población en su mayoría analfabeta. Con la imprenta, los amanuenses fueron sustituidos para difundir su doctrina y la cultura a través de libros y demás textos impresos, acortando las enormes distancias geográficas.

¿Por qué no miramos a otras sociedades o grupos de creyentes? Sin elogiar posturas extremas, ¿qué pasa cuando un medio de comunicación social se mete contra los judíos o los musulmanes? La reacción suele ser contundente social y económicamente (casos IBM, Telefónica, o BBC) y la retractación inmediata por parte de quien ha hecho el ataque. Si se declara delito el antisemitismo ¿por qué no se declara el anticristianismo? No se puede confundir la tolerancia y el respeto a otras creencias con la indefensión y la falta de exigencia de respeto a las propias.

La réplica como defensa

Cabe ahora preguntarse cómo nos defendemos y cómo se defiende la Iglesia ante las informaciones parciales e incompletas, ante el acoso y la generación de críticas poco rigurosas que, hábilmente manipuladas, en algunos casos, consiguen dar una imagen muy desfavorable de la Iglesia, de sus ministros o de sus actuaciones. Sin duda, Jesús nos da la respuesta en la parábola del administrador infiel: «los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (Lc.16, 8).

Ante cualquier cuestión se tarda, habitualmente, días o semanas en responder, sin que la respuesta sea la adecuada y ceñida a una estrategia. Se responde, frecuentemente, sin mucha contundencia, con un lenguaje poco asequible para el hombre de la calle, con largos y densos comunicados, poco atractivos, que no captan el interés o la atención de lector u oyente. Al final solo un reducidísimo grupo de personas, ya convencidas, son las que los leen o escuchan hasta el final.

La defensa de las posturas de la iglesia la suelen hacer los obispos o algún ministro ordenado y, salvo excepciones como «Gonzalo de Berceo», los laicos preparados en el campo de las comunicaciones sociales, que estén preparados para salir a la calle a dialogar, analizar, argumentar, explicar y defender las posturas, opiniones o pensamiento de la Iglesia en las distintas cuestiones planteadas, no suelen actuar de portavoces. Sería deseable una mayor participación en conferencias, debates y reuniones. Otro hándicap es no lograr una mayor voz unitaria de los numerosos movimientos y asociaciones de fieles laicos que, a pesar del gran número de personas asociadas, no tienen una mayor y activa presencia en los medios, y circunscriben su defensa a charlas en una sala de conferencias o a quejas en la sobremesa en la propia casa.

A pesar de la permanencia del ataque organizado, las exiguas réplicas producen una sensación de desánimo, resignación, impotencia y desorientación entre algunos católicos, que acaban por creerse todo lo que les cuentan los medios de comunicación, incapaces de formarse una opinión que responda a la verdad de los hechos. Se va creando así una especie de complejo de ser cristiano y de opinar en cristiano, como si eso sólo sirviera para el ámbito de lo privado, para el interior de las iglesias y para nostálgicos de tradiciones pasadas pero inservibles para los tiempos modernos. Sin embargo, aunque no todas las opiniones son igual de buenas y válidas, nadie se debería dejar arrastrar en sus juicios por el relativismo moral imperante en todos los campos.

Propuestas de información y diálogo

Para hacer llegar sus propuestas, explicar sus posturas y propiciar un diálogo que lleve a un mayor y mejor entendimiento entre las distintas partes, la Iglesia tendrá que abandonar su permanente actitud defensiva que la muestra con una cierta debilidad, y le hace perder la iniciativa en las cuestiones que salen a debate público y que la atañen directa o indirectamente. Ni debería esperar a que se viertan contra ella o contra sus actuaciones todo tipo de juicios y opiniones muchas veces faltas de rigor y veracidad. Por el contrario, debería prever lo que va a saltar a la actualidad, tener a punto sus comunicados de respuesta inmediata en todos los medios posibles, en un plano de igualdad con los que no piensan como ella o la critican.

Si importante y decisiva es la forma de expresar su pensamiento en los medios, su lenguaje de respuesta ha de ser más ágil, claro, directo, conciso y oportuno, evitando la apariencia de catequesis en sus comunicados. En una polémica se ha de valorar el factor oportunidad en la respuesta, no siendo necesario esperar más tiempo a tener elaborado un complejo documento con toda suerte de matizaciones.

Las manos entrelazadas, un símbolo que da sentido a la unión contra los ataques anticristianos

Es el momento de reforzar e incrementar la presencia de los católicos en los medios de comunicación, tanto de forma permanente como esporádica, a través de los canales habilitados para ello (cartas al director, colaboraciones, entrevistas...). Conseguir que los medios de comunicación sean respetuosos con lo católico, implica crear puentes entre los obispos y la gente de la calle, significa reforzar, o crear en su caso, equipos de comunicadores profesionales capaces de pulsar continuamente la opinión pública, y de prevenir lo que se dice o se va a decir en los medios para tener a punto comunicados propios, que sinteticen y traduzcan al lenguaje corriente el pensamiento de la iglesia en un momento dado. «Un periodista no puede ser un buen profesional sin apreciar la importancia de la religión en la vida humana» -según Monseñor Foley. Así se comprendería mejor el fenómeno de los fundamentalismos, se entendería en todo su alcance las declaraciones de la Iglesia, y se facilitaría una información con un mínimo de rigor que evite tópicos y argumentos completamente obsoletos, fácilmente desmontables desde la honradez profesional.

La creación y financiación asequible de periódicos, revistas, canales de televisión, y emisoras de radio de asociaciones católicas, permitiría a la Iglesia expresar de forma continuada su necesaria opinión sobre cualquier tema.

Sin duda, ante situaciones de manifiesta agresión contra la Iglesia, se imponen medidas de presión como las denuncias y recursos por el incumplimiento y no aplicación de la legislación vigente y de los derechos y libertades fundamentales; como el rechazo a los medios hostiles a la Iglesia, negándoles nuestra audiencia y seguimiento, así como a las marcas comerciales que los patrocinan.

Sin olvidar, como dicen Jesús Sáiz Luca de Tena y Mercedes Soto Falcó, que nuestra respuesta valerosa y oportuna a las agresiones se inspiren en el precepto evangélico IN OMNIA CHARITAS, para que, desde la humildad, nos guie en la búsqueda del criterio justo que nos permita corregir errores y conocer a fondo la situación denunciada.

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