11/12/13

Un Simposio para incitar pasión y odio

En su delirio, el Govern d’Artur Mas, a través de la Consejería de Presidencia de Francesc Homs, ha programado el simposio España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014), que se celebrará entre el 12 y 14 de diciembre en la Sala Pere i Joan Colomines del Institut d’Estudis Catalans. El independentismo catalán vuelve a la carga con su ensoñado escenario bélico de 1714, en el que los austracistas catalanes fueron una pieza menor del juego en una contienda internacional impulsada por las potencias europeas. En esa irrealidad simbólica en la que se mueve, la Generalitat catalana dispara, sin el mínimo rigor y con clara intención manipuladora, sus pretendidos agravios en un intento de adornar su batalla ideológica.

El Simposio es una de las puntas de lanza de los fastos independentistas preparados para el 2014

Exposiciones, publicaciones, simposios y congresos sobre el tema enfocan su mirilla sobre los ciudadanos de Cataluña, que ven como las autoridades autonómicas sí disponen de recursos públicos para emplear en sus exclusivos intereses partidistas. Un conjunto de actividades que prejuzgan y dan por supuestas represiones de todo tipo hasta convertir la historia en un mero instrumento del independentismo.

El director del Centre d’Història Contemporània de Catalunya, Jaume Sobrequés, ex senador por Entesa dels Catalans en 1977 y 1979, ex diputado del PSC en el Parlament entre 1988 y 1992 y ex director del Museu d’Història de Catalunya. En 1969, el régimen franquista lo nombró Conservador del Instituto Municipal de Historia de Barcelona y merodeaba por la Cátedra de Historia en la Facultad de Económicas en la Universidad de Barcelona. En 2010 se cae del caballo y ve la luz como defensor incondicional del independentista Artur Mas, por lo que se le premia políticamente con la dirección del Centre y la Presidencia de la Societat Catalana d’Estudis Històrics, dependiente del Institut d’Estudis Catalans. El Centre d’Història y la Societat Catalana son los organizadores del Simposio. Así que, todo se queda en casa.

El Simposio de una obsesión

El Simposio, bajo la dirección del historiador Jaume Sobrequés i Callicó, tendrá en la Comisión Organizadora a Lluis Duran i Solà, Mercé Morales i Montoya, Jaume Busqué y Jordi Fernández Cuadrench.

El objetivo del simposio será "analizar con criterios históricos, desde el siglo XVIII hasta nuestros días, las consecuencias que ha tenido para el país la acción política, casi siempre de carácter represivo, del Estado español en relación con Cataluña". Sus ponencias "analizarán las condiciones de opresión nacional que sufrido el pueblo catalán a lo largo de estos siglos, las cuales han impedido el pleno desarrollo político, social, cultural y económico de Cataluña".

La propaganda del simposio incide en "un carácter transversal desde el punto de vista temático, cronológico y disciplinario", y que contará con participación de historiadores, economistas, juristas, sociólogos y lingüistas que avalen estas tesis nacional-independentistas.

Jaume Sobrequés explicaba a La Razón que es “un simposio académico y científico que analizará las relaciones existentes entre Cataluña y España en los últimos trescientos años. Es evidente que en el momento político que está viviendo Cataluña, esta cuestión se plantea de una determinada manera, analizando cómo han sido de malas estas relaciones es absolutamente oportuno, en el sentido que se intenta que destaque el rigor y el análisis de los diversos temas que se tocarán”.

Para los organizadores: “El simposio incidirá en los efectos de la represión institucional, política y administrativa a lo largo de los siglos XVIII, XIX, XX y XXI, y destacará, también en este aspecto, la represión militar y la presencia de trescientos años de españolismo en Cataluña”.

El Simposio: la telaraña dependiente de los independentistas

Jaume Sobrequés, exultante, declaraba que “tenemos ya inscritas a 150 personas, el máximo de aforo para este espacio. Tengo miedo de que podamos morir de éxito”. Sobrequés avanzó que el Centre d’Història Contemporània de Catalunya ha preparado un informe "demoledor e incontestable" sobre "la animadversión" histórica de España contra Cataluña. Así, antes del inicio de las sesiones y de debatir las ponencias, las conclusiones ya se han establecido en el propio título del Simposio. Como dijo aquél: “Todo está atado y bien atado”.

En la imagen de La Razón, Ros y Sobrequés, todo queda en casa, atado y bien atado

Como ponentes aparecen historiadores, juristas, economistas, sociólogos y politólogos con un indisimulado sesgo ideológico soberanista, que revolotean en torno a CDC y ERC y se definen como pensadores de cabecera del soberanismo. Son nombres mediáticos que, al margen de su labor universitaria, perciben recursos públicos de su participación en estudios elaborados por fundaciones públicas, fundaciones políticas, publicaciones en editoriales subvencionadas por la Generalitat, colaboraciones en infinidad de Congresos, semanarios, jornadas montadas por organismos de la Administración. También son requeridos para aquellos eventos independentista en los que se quiere dar “solidez académica”. Algunos de ellos han virado ideológicamente desde la izquierda hasta abrazar la causa independentista.

Aunque las conclusiones de este Simposio no van a sorprender a nadie porque ya se saben de antemano, lean, a continuación, los nombres de esos intelectuales en complicidad con los instalados en la Generalitat, y que se han prestado al juego con los peculiares títulos de sus ponencias.

La lección inaugural del Simposio correrá a cargo del historiador Josep Fontana i Lázaro, que versará sobre: “España y Cataluña, trescientos años de conflicto político”. En el mundillo de la historia se comenta cómo ha podido prestarse Fontana a dictar la lección de apertura de este acto propagandístico.

Para repasar estos trescientos años de historia, han dividido el Simposio en cuatro bloques temáticos.

En la sesión matinal del jueves 12 de diciembre, presidida por el politólogo Ferran Requejo, miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), se presentarán las ponencias del bloque sobre La represión institucional, política y administrativa. Helas aquí:
• “Hacia una nueva estructura política centralista: siglo XVIII”, por Jaume Sobrequés i Callicó, catedrático de Historia de Cataluña de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• “La construcción de un estado liberal español: siglo XIX”, por Agustí Colomines i Companys, director académico de la Cátedra Josep Termes de la Universidad de Barcelona, ex director de la Fundació Catdem, vinculada a CDC, director del proyecto de la “casa grandes del catalanismo de Artur Mas”, y colaborador en Catalunya Ràdio y en la “prensa amiga”.
• “Entre la autonomía y la reacción uniformizada: siglo XX-XXI”, por Josep Maria Solé i Sabaté, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. En 2006, fue nombrado por el tripartito coordinador general del Consorcio Memorial de los Espacios de la Batalla del Ebro.
• “La represión militar: el ejército sobre el país”, por Lluís Roura i Aulinas, catedrático de Historia Moderna de la UAB.

La sesión de la tarde estará presidirá por el doctor en historia y miembro del Centro de Historia Contemporánes de Cataluña, el independentista Lluís Duran i Solà, que dictará su conferencia “Trescientos años de españolismo en Cataluña”.

El incombustible Joaquim Nadal que ha virado ideológicamente hacia el independentismo que concede cargos

A continuación, se desarrollará el segundo bloque temático sobre La represión económica y social, con las ponencias:
• “El catastro: el inicio del expolio económico: siglo XVIII”, por Joaquim Nadal, ex conseller socialista de Obras Públicas con Maragall y Montilla, hoy director del Institut Català de Recerca en Patrimoni Cultural, profesor de historia en la Universitat de Girona y presidente de la comisión del derecho a decidir en Gerona.
• “La indústria catalana com a motor de l’economia espanyola: segle XIX”, por Jordi Maluquer de Motes i Bernet, catedrático de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• “La economia catalana y el coste de las desigualdades españolas: siglo XX”, por el economista Francesc Cabana i Vancell, abogado e historiador.
• “La apoteosis del expolio: siglo XXI”, por la economista Núria Bosch, catedrática de Economia Pública de la Universidad de Barcelona. Elaboró para la Fundació Catdem un estudio sobre la Hacienda catalana en un hipotético estado catalán.
• “El fet immigratori, factor de desnacionalització?”, que, afortunadamente, la hicieron desaparecer de la segunda circular que emitieron sobre el evento.

La sesión matinal del viernes día 13 estará presidida por el politólogo Carles Boix y el historiador Antoni Dalmau, ex dirigente del PSC. Al inicio de la sesión se pronunciará la última ponencia del segundo bloque temático sobre:
• “La Iglesia catalana entre la resistencia y la colaboración”, por Joan Bada i Elias, profesor emérito de Historia de las Iglesias Cristianas de la Universidad de Barcelona.

Acto seguido, se desarrollará el bloque sobre La represión cultural y lingüística con las siguientes ponencias:
• “Contra el alma de un pueblo: la represión cultural”, por Jordi Casassas i Ymbert, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona.
• “Destruir la lengua, destruir la nación: la represión lingüística”, por el lingüista August Rafanell i Vall-llosera, profesor de Historia de la Lengua Catalana de la Universidad de Gerona.
• “La falsificación de la historia”, por el economista Francesc Roca, profesor de Política Económica de la Universidad de Barcelona.
• “La españolización del mundo educativo”, por el historiador Salomó Marquès i Sureda, profesor emérito de Historia de la Educación de la Universidad de Gerona.

Durante la tarde del viernes 13, las conferencias versarán sobre:
• “La larga represión de los medios de comunicación”, por Josep Maria Figueres i Artigues, profesor titular de Historia del Periodismo de la Universidad Autónoma de Barcelona.
• “Uniformidad legislativa española contra el derecho propio catalán”, por el abogado Tomàs de Montagut i Estraguis, catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad Pompeu Fabra.
• “Las Políticas del Estado Español contra los proyectos de autogobierno de las Islas Baleares”, por Sebastià Serra Busquets, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de las Islas Baleares.
• “España contra el País Valenciano”, por Antoni Furió i Diego, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Valencia.

La sesión del sábado 14 de diciembre estará presidirá por el economista Oriol Amat, miembro del Consejo Asesor para la reactivación económica del Govern d’Artur Mas. En esta sesión se leerán las ponencias dedicadas a los diferentes exilios señalados en el cuarto bloque temático:
• “El primer exilio contemporáneo: el exilio austracista”, por Agusti Alcoberro i Pericay, doctor en Historia, director del Museu d’Història de Catalunya desde 2008, y colaborador en programas de TV3.
• “Exiliados de todos los colores: siglo XIX”, por el historiador Ramón Arnabat i Mata, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Rovira i Virgili. Ha colaborado en infinidad de jornadas organizadas por la Generalitat.
• “El exilio como desertización nacional: siglo XX”, por Mercè Morales i Montoya, doctora en Historia Contemporánea, miembro de la Societat Catalana d’Estudis Històrics.

Salvador Cardús, el sociológo asesor de Artur Mas en las lides independentistas

Salvador Cardús, el hombre que, en septiembre de 2012, esperaba a Artur Mas en la Plaza de Sant Jaume al regreso de su entrevista con Mariano Rajoy, es Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona al servicio de Artur Mas. Este miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), encargado de elaborar 19 informes para el diseño de la Cataluña independiente, cerrará el ciclo del simposio con la lección “La humillación como desencadenante de la eclosión independentista”.

De acuerdo con el programa facilitado por los organizadores para estos tres días, el conjunto de las pausas superará al de los debates.

Se da la casualidad de que este simposio independentista casi coincidirá con el Congreso Cataluña entre la guerra y la paz: 1713-1813 que, del 17 al 20 de diciembre, organiza el departamento de Historia Moderna de la Universidad de Barcelona, y al que asistirán numeroso especialistas que, desde diversas ópticas, se expresaran con el rigor, objetividad y los niveles de exigencia de la ciencia histórica, y sin esperar que la Historia diga aquello que les conviene a los políticos.

Polémica a cuenta del rigor científico

La celebración de este Simposio ha vertido muy diversas críticas. El Centre d’Història Contemporània de Catalunya, dependiente de la conselleria de Presidència de la Generalitat, ha visto cómo su iniciativa era calificada de aberración histórica.

Historiadores como Jhon Elliot, especialista internacionalmente reconocido en ese período, lo ha dejado muy claro: “Con ese título, no vale la pena ni hablar”.

El historiador Jordi Canal, en las páginas del diario El Mundo, relata la voladura nacionalista de puentes entre Cataluña y el resto de España mediante nuevos desafíos y despropósitos casi diarios. Resultados electorales y entidades como Ómnium Cultural o ANC azuzan el proceso, financiado desde el primer céntimo por la Generalitat de Catalunya. Un proceso que socaba la convivencia y que, con el Simposio, pretende reescribir la Historia para rearmar el nacionalismo. Un nacionalismo que promete castigo a los “enemigos de la Cataluña libre” y va creando un clima prebélico con sus denominaciones de “agentes unionistas”, “colaboradores con la metrópolis”, “sicarios de España”, “vigilantes del gueto” o “quintacolumnistas”.

El Círculo de Cultura, a través de un comunicado, se mostró sorprendido, “desagradablemente”, por el título de las Jornadas y expresó que actos “propagandísticos” de estas características no deberían promover “el desencuentro y la animadversión, siempre tan innecesaria y a menudo contraproducente”.

Responde Sobrequés que el Circulo de Cultura, es una institución privada, “son personas cultas, evidentemente, pero no tienen conocimientos en Historia. Si asisten al simposio se darán cuenta de la triste realidad y cambiarán de opinión”. Parece que para Sobrequés sólo los ponentes de “su Simposio” pueden tener conocimientos de historia. Como es lógico, los del Circulo de Cultura discreparon abiertamente, y un miembro de su junta directiva, Ezequiel Baró, le respondía que: “Nosotros somos una asociación que tiene entre sus socios a gente vinculada con el mundo de la cultura. Siempre que nos expresamos lo hacemos por unanimidad, con un total consenso.”

Para más inri, el Circulo de Cultura está presidido por Pere Vicens, editor e hijo del reconocido historiador Jaume Vicens Vives, y entre sus miembros figuran altos cargos de la Generalitat como Fèlix Riera, director de Catalunya Ràdio; Carles Duarte, presidente del CoNCA; Xavier Bru de Sala, responsable de los actos del centenario de Salvador Espriu.

El portavoz de Ciutadans en el Parlament, Jordi Cañas, ha calificado el Simposio de “propaganda Goebbeliana” y su organización como "una de las manipulaciones más obscenas que hemos visto". Ha pedido la comparecencia en sede parlamentaria del consejero de Cultura, el ex socialista Ferran Mascarell y ha defendido que se ha de evitar que "la cultura sea un arma en manos de separatistas".

El secretario de Organización del PSC, Esteve Terradas, en rueda de prensa, aseguró que en CiU "Aprovechan momentos históricos para llevar el agua a su molino, y eso deja mucho que desear. Ellos alimentan la dinámica del desencuentro y la división que los socialistas queremos superar".

En un estudio histórico, los acontecimientos no responden a un único hilo conductor de causa-efecto, al existir múltiples causas necesarias que explican una determinada consecuencia, y causas suficientes, imposibles de conocer con exactitud. No se trata de estudiar sin más conceptos o ideas abstractas (España, Cataluña, el nacionalismo, el cristianismo, el socialismo…), o de operar con valores absolutos ordenados siempre de forma coherente, sino que, dentro de procesos complejos y contradictorios, en coordenadas de espacio y tiempo, se trata de ubicar a personas (clases dirigentes del lugar, trabajadores de una fábrica, cristianos de una comunidad, nacionalistas -de izquierdas o derechas- de un país…).

Pero, este simposio se mueve entre la simplificación conceptual cuando se refiere al ejército, sin que éste represente a intereses políticos y de clase de Cataluña; cuando se entrega al romanticismo de un espíritu nacional imperecedero del pueblo; cuando se equipara lengua e identidad nacional para deducir que se es nación por tener lengua propia; cuando se fomenta el miedo al otro, al extranjero, por ser un factor de desnacionalización.

Argumentar que el historiador forma parte de una sociedad y debe comprometerse con ella y posicionarse públicamente con unas visiones políticas, puede comprometer el resultado de su trabajo. Un historiador puede ser nacionalista, independentista, no nacionalista, socialista, ateo o budista, pero, necesariamente, ¿debe hacer también una historia nacionalista, socialista o atea?

Con sus propuestas de historia a medida, este Simposio busca que la gente se crea la más antigua del mundo, que sus héroes sean los más guays y que olviden todos aquellos episodios que no concuerden con el propio relato mítico. Creerse los únicos para avalar y justificar su cosmovisión, cuando todos los pueblos tienen sus mitos y sus “casi verdades”, responde más a un intento deliberado de legitimar un orden de cosas, que precisa reivindicar determinados personajes como modelos.

Ideas preconcebidas, resultados fijados de antemano, maniqueísmo, que nos muestran la negación del conocimiento histórico, del debate necesario para alcanzar una síntesis temporal, que supere diferentes interpretaciones tras asumir los elementos cuantitativos y cualitativos significativos de cada una de ellas. El manejo del material histórico presenta riesgos, para Eric Hobsbawm “Los historiadores somos al nacionalismo lo que los criadores de opio paquistaníes son a los adictos a la heroína: Les suministramos la materia prima para el mercado”.

Este Simposio presentará un material, tomado sin rigor ni precaución, con el que se quiere construir artificios políticos e ideológicos, y fomentar, temerariamente, todo tipo de emociones que impidan polémicas y contraste de pareceres, y que eleven al máximo los prejuicios hacia “el otro”, para permitirles quedarse a solas con “su verdad” y con “su historia”. Y construir “su mentira” a fuerza de repetición.

Un Govern que, de mentira en mentira, lucha por su impredecible supervivencia política, en un polarizado clima político que, desde la Generalitat, se pretende que sea abiertamente hostil.

El escritor y premio Cervantes 2009, Juan Marsé, ha declarado recientemente: “la patria que me están preparando tanto los nacionalistas de CiU como de ERC no me gusta nada. Esta gente no es de fiar”.

Realmente, esta gente no es de fiar, y menos cuando sus acólitos se juegan los miles de millones de euros que el poder político destina a la sopa boba.

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4/12/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (y V). Recuerdo de una represión

En septiembre, en la audición organizada por la CEE y el Arzobispado de Madrid en la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena, la Orquesta Sinfónica y Coro de la JMJ interpretaron los Himnos y Misa de los Mártires para la beatificación de Tarragona. El cardenal Rouco Valera se mostró “firmemente convencido” de que dicha ceremonia “ayudará a revivir en el corazón de cada uno el alma de la Iglesia y su voluntad de responder a la llamada de Dios en este momento "tan crítico y tan difícil" de la historia”.

Reseña de la audicción del Himno y la Misa del acto de beatificación

Monseñor Rouco agradeció el esfuerzo de compositores - Kuzma Bodrov, Carlos Criado, Rubén Díez y Pedro Vilarroig- , del director de orquesta, de los músicos y del coro expresando que es "una forma de dar testimonio de la fe". Un esfuerzo que ponía el talento musical al servicio de la fe con una composición musical que transmitía “paz y luminosidad” para transformar los corazones.

En los actuales momentos de crisis generalizada y a pesar de sus titubeos, se ha de agradecer a la Iglesia el valor de ponderar públicamente el sacrificio de los Mártires beatificados al "reconocer públicamente como parte de la Iglesia a sus mártires, no sólo es un signo de patriotismo venido de lo humano sino que es una obligación profunda, sagrada, de lo que ella debe a su Señor y de lo que se debe a sí misma como instrumento del Evangelio".

Se habló de la sangre derramada por Cristo como la “de la reconciliación” y la de la paz amenazada por los peligros de la política internacional, por nuestros egoísmos y nuestras visiones que no tienen sentido. Remarcó que “Esa paz se recompone siempre y se reconduce cuando se lleva al corazón del hombre", a través de unos mártires que han quedado inscritos en "la historia del siglo XX, la historia de España, la historia de Europa, la historia del mundo".

El proceso de beatificación

Sin duda, el largo proceso que lleva a una beatificación no ha sido entendido por los ciudadanos de la misma forma. Quizás, por desconocimiento de que en una beatificación o en una canonización, a cada causa se le incoa un expediente, al que le sigue un pausado trabajo de investigación, de audiencia de testigos, de alegaciones y de acción del promotor iustitiae.

La denominación de promotor iustitiae, data de 1983 cuando el papa Juan Pablo II abolió el oficio de procurador fiscal, establecido en 1587 y conocido como advocatus diaboli o promotor Fidei. Una modificación que permitiría aumentar el número de canonizados y beatificados respecto a los anteriores procesos realizados en el siglo XX.

Un abogado del diablo que, habitualmente, era un clérigo doctorado en derecho canónico, con la función de objetar la documentación aportada, exigir pruebas o descubrir errores en los méritos del presunto candidato a beato o santo, sin importarle que éste fuera religioso o laico. Una oposición a las virtudes del candidato que escudriñaba su autenticidad antes de que fuera propuesto como modelo imitable por el pueblo católico.

Sin embargo, la hondura de este proceso no es comprendida por aquellos católicos, obsesionados por mostrarse ante la sociedad como políticamente correctos hasta devenir en cómplices del pensamiento único dominante. Seducidos y arrastrados por objetivos políticos concretos que tratan de ocupar, en ese marco de corrección, el espacio propio de la religión tras postular a la ingeniería social como la nueva fe sobre la que edificar su nuevo orden temporal.

En esa condición temporal, y muy a su pesar, los mártires no fueron seres ajenos a los avatares históricos que tuvieron que protagonizar con sus banderas y con su testimonio provisto de raíces y lealtades que, ahora, otros azuzan para proscribir a ultranza. Un juego de proscripciones al que contribuyen sectores eclesiales -nacionalistas e izquierdistas- propensos a burdas manipulaciones tendentes a otorgar a las víctimas la categoría de verdugos.

Evidentemente, en una guerra hay bandos que cometen atrocidades y tropelías de todo tipo, pero en esta beatificación quedaba claro en qué bando radicaron tales desmanes. Algo que los pensadores correctos y únicos no están dispuestos a admitir, bien al contrario continúan tergiversando los hechos en su permanente manipulación de la historia.

Un poco de historia no estará de más

En el momento de su martirio, las victimas católicas perdonaron a unos verdugos que, sin duda, militaban en organizaciones concretas. ¿Debería alcanzar ese perdón a las organizaciones que organizaron la persecución del catolicismo, dictaron sus propias instrucciones represivas y concretaron los métodos de ejecución para sus actos criminales?

En el orden del día de estas organizaciones se inscribía el conjunto de atrocidades cometidas contra los católicos, que comportó toda suerte de asaltos a viviendas, saqueos, robos, crímenes, secuestros, torturas, mutilaciones, asesinatos, fusilamientos, asaltos a pueblos enteros, e, incluso, a propiedades colectivizadas en esa suerte de lucha particular que tenían los revolucionarios entre sí. No mencionarlo sería faltar a la verdad.

En general, se produjeron asaltos y quemas a Iglesias, Conventos y Asilos, como el de San José donde asesinaron a enfermos epilépticos asilados; detenciones y asesinatos, como los de las personas que figuraban en las listas de peregrinos que alguna vez habían acudido al Monasterio de Montserrat; sacrilegios y profanaciones, destrucciones y saqueos; incautaciones de edificios, iglesias y conventos que fueron destinados a checas, cárceles, casas de vicio, cuadras, bodegas, tabernas, garajes, almacenes, cinematógrafos; o a dar mítines como el de la marxista Margarita Nelken en un templo de la Orden de Religiosos Capuchinos en Madrid.

Desde el primer momento, diarios como Combat, UHP y otros que publicitaban la revolución lanzaron la consigna de ”creació d’associacions contra Déu en les escoles”, con lo que dejaban claro una parte sustancial del espectro de su acción: la persecución religiosa y a favor de la causa atea.

Edificio de la Prisión de Lérida donde el Comité Local campeó a sus anchas

En el marco de esa persecución religiosa hubo personas que se convirtieron en mártires por llevar personalmente, o encontrárseles en casa, un crucifijo, una cadena con una medalla, estampas religiosas, una imagen de un Sagrado Corazón en sus casas o haber pertenecido a la Adoración Nocturna, a la Congregación Mariana u otras asociaciones católicas. Jóvenes que transportaban las sagradas formas para que se pudieran celebrar misas clandestinas, incluso en las mismas cárceles, y que al ser descubiertos eran asesinados in situ.

Un especial interés tuvieron los Comités por las capillitas u hornacinas –urnas que contenían la imagen de una Virgen o de un Santo protegida por un cristal-, que circulaban por los hogares según un orden preestablecido, para unir en la oración y en la piedad a las familias devotas. Junto a ellas, a veces figuraban un libro de oraciones y una hucha para depositar limosnas. También, por las acciones destructoras de las imágenes de las hornacinas colocadas en las fachadas de las casas en agradecimiento a alguna gracia recibida por la familia o por pura devoción.

No podemos olvidar aquellos pregones, como los de Flix, en los que se instaba a los católicos a entregar todas las imágenes, crucifijos, medallas y objetos religiosos que tuvieran en sus casas y que los arrojaran a las piras crematorias en la plaza de la población para ser incineradas. En caso de negativa por parte de los católicos reconocidos de la población, el Comité acudía, casa por casa, para hacer ejecutar la orden, obligando a las niñas y niños de las familias visitadas a llevarlas por la vía pública, recibiendo durante el trayecto insultos, golpes y estirones de cabellos, para asegurarse que, con ese terror ejercido, las criaturas acabarían arrojándolas a la pira.

Convendría recordar que en la zona republicana de la provincia de Tarragona se abrieron fosas comunes en los cementerios de Tarragona, Torredembarra, Reus, Valls, Tortosa y otras muchas localidades.

Sin olvidar que, bajo amenaza, los Comités encomendaban al servicio de correos, en los pueblos y ciudades, la inspección y censura de todas las cartas para, a tenor del contenido de las mismas, denunciar a los desafectos del bando rojo, y muy especialmente todas aquellas cartas que llegaban del frente de combate. Un control del correo que produjo muchos represaliados y asesinados entre sus destinatarios y entre los remitentes y los soldados que escribían las cartas.

No quiero olvidar a aquellas personas, mujeres y hombres, que encarcelados se les exigía apostatar de su fe para poder salvar sus vidas. Ni a los recluidos en las tristemente famosas checas. Ni aquellos católicos que eran tiroteados a discreción en pueblos y ciudades, y cuyos cadáveres solían aparecer con tiros por la espalda y mutilados. Ni a los combatientes hechos prisioneros y torturados para que renunciaran a su fe y que, tras mantenerse en ella, eran irremisiblemente asesinados.

Diversas personas leen las listas de condenados por el Tribunal Popular de Lérida

Una acción ejecutora de los grupos de milicianos con un elemento común: el disparo en la pierna para inmovilizar a sus víctimas, tras el cual se procedía a fracturas y mutilaciones de todo tipo, amputaciones en vivo, extracciones de órganos y a desfigurar a la víctima con tiros al cráneo. En algunos casos rociaban los cuerpos con gasolina y les prendían fuego.

¿Quién puede negar que, desde el 20 de julio de 1936, en una parte de España se produjeran matanzas colectivas indiscriminadas sin ningún tipo de juicio, y con una especial ferocidad en la Cataluña republicana?

El gobierno de la Generalitat, formado por ERC, CNT, FAI, PSUC, UGT y POUM, creó un clima de violencia incontrolada que dejó sin poder a las propias instituciones revolucionarias. Un ambiente que M. Vovelle describe en La Mentalidad Revolucionaria como violencia espontánea y violencia organizada que actuaría como “cirugía social”, como instrumento de cambio. Un estado en descomposición que desembocaría en la lucha entre los partidarios institucionales de un modelo de revolución y los de dinámicas más espontáneas que, en algunos lugares, llegarían a enfrentarse entre sí el 24 y 25 de agosto de 1936.

A mediados de agosto se estableció en la ciudad de Lérida una checa anarquista que aglutinó a los elementos más extremistas, principalmente de Esquerra Republicana de Catalunya. A instancias de la Generalitat y para evitar roces con los chequistas, y no soliviantarlos, se retiró la compañía de Mossos d’Esquadra; pero, mantuvieron como paer en cap (Alcalde de la ciudad de Lérida), a Joan Rovira Roure, el único miembro de la Lliga Regionalista que utilizó Companys para sus fines y que sería asesinado el 27 de agosto de 1936, sin que los emisarios de Lluís Companys detuvieran su fusilamiento en el paredón del cementerio y su posterior entierro en la fosa común. Tras un juicio sumarísimo, en el que no se le permitió hablar, fue condenado a muerte por haber organizado la cabalgata de Reyes la noche del 5 de enero de 1936, a pesar de estar prohibida por la República. Para el Comité de Lérida, cualquier celebración de ceremonias religiosas estaba penada con la muerte. El paer en cap de Lérida era padre de Juan Rovira Tarazona, que llegaría a ministro de sanidad y sería el autor de la reforma sanitaria y de la Ley de Donación de Órganos del gobierno de UCD en la transición española.

La obsesión de los chequistas fue acabar con todos los sacerdotes de la provincia de Lérida y de la diócesis de Barbastro que podían ser fusilados en el acto por ser “enemigos del pueblo”. El 20 de agosto, el comité popular de Lérida exigió la entrega de 72 sacerdotes presos, que fueron conducidos al cementerio, fusilados y enterrados en una fosa común. Para legalizar los asesinatos se establecieron los Tribunales Populares, donde si al reo se le acreditaba su condición sacerdotal, la de ser católico o carlista, la condena era de muerte. Cuando el 25 de agosto, la columna de Durruti llegó a Lérida en su camino hacia el frente de Aragón, el grupo de exaltados que le acompañaban, Los Aguiluchos, prendieron fuego a la catedral nueva. Posteriormente, se dirigieron a la prisión para exigir la entrega de 20 curas bajo amenaza de quemar la prisión con todos los presos dentro. Tenían que ser “20” porque lo ponía en el papel que llevaban. Pero, tras la saca del día 20 de agosto, solamente quedaban siete sacerdotes presos, por lo que Los Aguiluchos exigieron 13 presos que fueran católicos. Mas como uno de ellos era el Alcalde y tenía inmunidad parlamentaria al ser diputado al Parlament, y no lo podían fusilar, exigieron la entrega de otro católico más. Al final, el comité ilerdense les entregaría 21 presos para saciar su revolucionaria sed de sangre, a los que llevarían a la explanada del Campo de Marte, donde serían fusilados.

Antes de la guerra, el presidente Companys había negociado el apoyo electoral de la CNT a ERC a cambio de la entrega de armas al anarcosindicalismo. Tras el 19 de julio, con los anarquistas de CNT y FAI dueños de Barcelona, Companys puso el cargo de president a su disposición y a fin de contentarlos, el 21 de julio de 1936, les crearía el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña (CCMA). Este Comité funcionaría como entidad administrativa de la Generalidad y se instalaría en el edificio de la Escuela de Naútica de la Plaza de Palacio de Barcelona, conformando un gobierno en la sombra ante el derrumbe del Estado en Cataluña. Bajo dominio anarquista, en el Comité estarían representadas las fuerzas del Frente Popular descritas en el párrafo anterior.

En la lucha por la hegemonía dentro del nacionalismo catalán, Companys respaldó legalmente a los milicianos con la promulgación del decreto de 23 de julio de 1936, que decía: “La rebelión fascista ha sido vencida por el heroísmo popular y el de las fuerzas locales. Precisa, pues, acabar de aniquilar en toda Cataluña los últimos núcleos fascistas existentes y prevenirse contra los posibles peligros de fuera. Por tanto a propuesta de la presidencia, y de acuerdo con el Consejo Ejecutivo, decreto lo siguiente: 1º Se crean las milicias ciudadanas para la defensa de la República y la lucha contra el fascismo y la reacción … 2º En toda Cataluña se constituirán los Comités locales de defensa que deberán obrar de acuerdo con el Comité Central”.

Nacían así las taifas del terror en Cataluña y la atomización del poder resultó evidente. Durante sus dos meses de vida, el CCMA estuvo dominado por la fuerte personalidad del anarquista Juan García Oliver que, inmediatamente, organizó un Ejército, creó Escuelas de guerra, la Sanidad militar, el abastecimiento, transporte, industrias de guerra, dirección de operaciones y envío de las primeras expediciones de milicianos al frente de Aragón. Su autoridad alcanzaba hasta las afueras de Barcelona y, en cada localidad, los comités revolucionarios locales ejercían el poder al tiempo que existían Juntas de poder territorial en Cataluña. En Reus, el anarquismo dirigía el gobierno local del Frente Popular. En Lérida, la Junta estaba bajo el poder del POUM sin ninguna participación de los partidos republicanos y sin ningún vínculo con el gobierno de la Generalitat.

Dependientes del Comité de Investigación del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA), las patrullas de control actuaron como policía revolucionaria entre el 21 de julio y finales de agosto de 1936. Casi mil quinientos patrulleros ejercieron su particular dictadura en la ciudad condal, dirigidos por Aurelio Fernández (FAI) y Salvador González (PSUC).

La componenda de ERC con los comunistas del PSUC en la operación desembarco en Mallorca, puso de manifiesto la incapacidad del CCMA para enterarse de las operaciones militares de sus socios y para organizarse evitando duplicidades que les hiciera ganar en eficacia. A mediados de agosto, los comités superiores de la CNT vieron la necesidad de suprimir el funcionamiento del CCMA para apuntalar al gobierno de la Generalitat. Anunciada el 27 de septiembre, la autodisolución, ésta se produjo el 1 de octubre de 1936 con la integración en el gobierno de algunos representantes del CCMA.

Las primeras semanas de ejecuciones y de brutal represión obligaron a Companys a protestar ante el Comité Central, controlado por los anarquistas Garcia Oliver y Peiró. A la Oficina Judicial disuelta le sucederían los temibles Tribunales Populares. La Generalitat se había visto sobrepasada de tal forma que, incluso Lluís Companys y el dirigente de ERC, Jaume Miratvilles, estimaron que la acción de comités y milicias durante 1936 había producido unos 8.000 asesinatos en Cataluña. La relación de Companys con el anarquismo finalizaría en abril de 1937, a consecuencia de los secuestros y asesinatos entre miembros de las organizaciones obreras enfrentadas entre sí, que concluirían con el asesinato el 25 de abril de Roldán Cortada, líder del PSUC. Con el beneplácito y consentimiento de Companys, los comunistas asaltarían los edificios emblemáticos del anarquismo en Barcelona, lo que provocaría el levantamiento armado de CNT y POUM el 3 de mayo de 1937 y la posterior represión comunista que concluiría con 500 asesinatos más. Atemperados un poco los ánimos en 1937 y 1938, la represión se dispararía en 1939 con más de 2.300 ejecuciones.

La Paeria transformada en sede del Tribunal Popular de Lérida, uno de los más sangrientos de los que se implantaron en Cataluña

Acciones criminales que, en pocos meses, desprestigiaron internacionalmente a la República que decían defender. A la fase de terror de los Comités le sucedería la de los Tribunales Populares, integrados por vocales de CNT, UGT, Unió de Rabassaires, FAI, PSUC, POUM, ERC y Acció Catalana Republicana.

Pero, para las familias no todo acabaría con el asesinato de parte de sus miembros, y sigo con el ejemplo de Lérida. Con las tropas nacionales a diez kilómetros de Lérida, en la otra orilla del Segre, el 20 de febrero de 1937, milicianos fuertemente armados se pasaron casa por casa de los asesinados para comunicarles que los niños debían estar preparados para partir en tren hacia Rusia. Las familias recurrieron a toda clase de acciones para evitar el robo de los niños huérfanos, teniendo como tenían la liberación a escasa distancia. A muchas de las familias se les había desalojado de sus casas, que fueron ocupadas por las milicias, y habían sido “alojadas” en habitaciones semiderruidas.

Para evitar males mayores, las familias tuvieron que establecer sus propias contraseñas si alguno de sus miembros estaba escondido. En muchos casos, consiguieron salvar su vida gracias a miembros de la Guardia Civil que les ayudaban a cruzar las líneas, y gracias a los clandestinos Socorro Blanco y Socorro Azul que establecieron redes de ayuda alimenticia y de paso de fronteras. Unas pocas decenas de kilómetros suponía noches de campo a través para salvar la multitud de controles del Comité, que conforme iban perdiendo la guerra su ferocidad adquiriría mayor plenitud, si cabía aún más. Sin comida, congelados y al borde del colapso algunos consiguieron atravesar las líneas. Otros fueron fusilados en su intento de atravesar las líneas.

Para todos ellos, sirvan estas líneas como recuerdo y gratitud a su valor. Con una especial mención a mi abuelo Humberto Bahillo Rojo, que sufrió mutilación antes de ser asesinado el día 5 de agosto de 1936, el día de la festividad de la Virgen Blanca, dejando viuda y siete hijos. Hijos que acabarían encarcelados en la prisión de Lérida. Mi abuelo fue reconfortado espiritualmente por el Obispo de Lérida, Salvio Huix Miralpeix, que solicitó ser el último en morir para poder auxiliar a sus compañeros de martirio, siendo castrado el prelado antes de ser fusilado. Sirvan estas líneas como plegaria a los mártires para que intercedan por España ante el Señor y para que nunca más se vuelvan a producir hechos de este signo.

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24/11/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (IV). Medios y pensamiento único

Una parte de los medios de comunicación y la casi totalidad de los diarios gratuitos subvencionados por la Generalitat, se posicionaron ante la beatificación con la intencionalidad de encontrar algún punto, alguna palabra a la que acogerse para demostrar su “rerefons polític i històric” y acusar de forma permanente a la Iglesia. La estela la iban dibujando aquellos medios encargados de marcar la estrategia informativa del régimen nacionalista catalán dando una excesiva importancia a los actos, declaraciones y manifestaciones de los totalitarios contra la beatificación.

Portadas de diversos diarios del día siguiente a la beatificación en Tarragona

La prensa cubrió el acto de beatificación de los mártires, algunos destacaron la noticia en portada. Para ABC "la Iglesia no busca culpables", La Razón “522 mártires para la reconciliación”, La Vanguardia "el Papa elude la Guerra Civil", La Gaceta “Asesinados por odio a la fe”, El Periódico “La Iglesia olvida a las otras víctimas”, El País sin “referencias a los crímenes franquistas, El Mundo “Mas elude hablar del 12-0” presenta una foto del acto de beatificación, El Punt-Avui “Beatificació massiva”.

Algunos magnificaron ad infinitum esa repulsa. Pero, como ya es habitual en Tarragona, este tipo de actos de repulsa totalitarios no tiene un excesivo apoyo y en torno a las protestas se reunieron un centenar de personas, palmo más o menos y con un escaso margen de error. Protestas contra todo lo que se mueve donde, habitualmente, existen menos manifestantes que entidades firmantes, ya que una misma persona pueden firmar por tres, cuatro o cinco entidades, subvencionadas casi siempre, algunas de las cuales son más o menos unipersonales.

Los medios adictos al régimen promocionaron a bombo y platillo los tres actos de protesta organizados contra la beatificación. El día 10 de octubre reunieron unas ochenta personas; el sábado día 12, se contabilizaron 152 personas ante la estatua "dels Despullats", desde donde saldrían en manifestación; y el domingo día 13 algo más de cien personas se concentraron en el monumento de La Oliva. La pretendida demostración de fuerza nacional-republicana-izquierdista no llegó a más ni contando con la presencia de una concejala de ICV y de un decano de facultad.

Una prensa izquierdista nacional e internacional que estuvo meses trinando contra la beatificación de los quinientos veintidós cristianos inocentes que vertieron su sangre en defensa del catolicismo en los años treinta del siglo pasado, especialmente durante la Guerra Civil de 1936-1939.

Un siglo de especial persecución al cristianismo

Ciertamente, el siglo XX fue muy prolijo en persecuciones contra la religión en general.

En ese cruce de caminos entre Oriente y Occidente de la geoestratégica meseta de Armenia, el genocidio de los cristianos comenzó en el siglo XIX, cuando el sultán turco Abdul Hamid (1876-1909) masacró más de 300.000 armenios entre 1884 y 1896. El derrocamiento del sultán por los Jóvenes Turcos pareció el inicio de una época de paz y fraternidad basada en la igualdad de derechos. Nada más lejos de la realidad, puesto que, entre 1908 y 1914, el objetivo del nuevo orden turco fue transformar un imperio heterogéneo en un estado homogéneo mediante el concepto de un pueblo, una nación. Con el fin de eliminar obstáculos a su objetivo, Mustafá Kemal Atartük y los jóvenes turcos, mediante la barbarie, el salvajismo y la irracionalidad optaron por el exterminio del pueblo armenio.

Imagen de la deportación turca de mujeres, ancianos y niños armenios

En Constantinopla, del 23 al 24 de Abril de 1915, fueron asesinados, detenidos o deportados a Anatolia unos 650 dirigentes armenios. Fue el punto de partida de la orden de deportación de la población civil, desde las zonas de guerra en el Cáucaso, hacia los centros de reinstalación, en los desiertos de Siria y Mesopotamia. En todas las localidades armenias se siguió el mismo esquema de arresto y asesinato de los líderes y de los hombres mayores de 15 años. Ancianos, mujeres y niños fueron deportados hacia los desiertos de Siria. En esa larga marcha muchos hallaron la muerte, otros fueron violados, torturados y se les robó lo poco que consiguieron llevarse consigo. Los pocos supervivientes fueron trasladados a distintos puntos de Oriente Medio donde el hambre y las epidemias hicieron su parte, diezmando aún más una diáspora que dio origen a las diversas comunidades armenia de Europa y de América. De acuerdo con las estadísticas del Patriarcado Armenio de Constantinopla, en 1912, durante el imperio otomano había 2.100.000 armenios y se pasó a 77.435 en 1927 y unos 50.000 en 1993. Fue un hecho premeditado del gobierno turco orientado a la eliminación del pueblo armenio por no renunciar a la preservación de su cultura. Para describir tales hechos se utiliza el término Genocidio.

Pero, el siglo XX no cerraría las persecuciones con el Genocidio Armenio. Las cuatro grandes ideologías de este siglo, provocarían nuevas persecuciones de católicos y cristianos. La liberal-masónica en México, la socialista-comunista-anarquista en España, la nacionalsocialista en Europa y la comunista en la URSS, China y decenas de Repúblicas Populares esparcidas por el mundo.

Fusilamiento de un sacerdote cristero por el Ejército Mejicano

En la Guerra de los Cristeros mejicanos (1926-1929) se dio una especial crueldad en la persecución a los católicos, decretada por el presidente mejicano general Plutarco Elías Calles, masón, liberal y evangelista de obediencia norteamericana. Una guerra que comportó miles de mártires cristeros. Entre ellos, el niño y combatiente del ejército cristero, torturado y asesinado el 10 de febrero de 1928, José Luís Sánchez del Río que sería elevado a Beato, junto al otro niño cristero que subieron a las montañas para unirse al ejército, combatir y morir por su fe y profesar públicamente a Cristo.

La Guerra Cristera fue el precedente más próximo al holocausto católico español, con un nexo semejante: el odio común de elementos masónicos, liberales e izquierdistas de ambos países hacia la fe católica. ¿Por qué, ahora, lo que vale para Méjico no vale para España? ¿Por respeto humano de unos cuantos obispos y católicos que juegan a ocultar la verdad y a manchar la memoria de aquellos que no se escondieron y que, con su sacrificio, fueron igualmente mártires que sí combatieron por Dios y por España?

El pensamiento único ante las beatificaciones

El pensamiento único trata de inducir comportamientos en los adeptos a sus sectas y dirigirlos cual arietes contra la iglesia católica, con la intención de silenciar todas aquellas verdades que puedan suponerle el desmontaje de su artificio ideológico.

Para librar sus batallas, el liberalismo siempre ha buscado apoyos para servirse de los demás como carne de cañón. El liberal, con su actuar sibilino, desarrolla su lucha callada, discreta y secreta, a través de clubes y de logias masónicas. Mientras no detenta el poder usa de la violencia física y, una vez que su control burgués se ejerce en instituciones y controla los poderes fácticos, mantiene una violencia de espíritu. Desde el inicio del liberalismo, y en todo momento, usa a otros para los trabajos sucios que le han de permitir lograr sus fines. A través del tiempo, ha usado toda clase de exaltados, ya fueran marxistas o fascistas. No les ha importado perder el control momentáneo de la situación, porque en poco tiempo lo recuperan. Con las revoluciones burguesas atlánticas, la actual ideología liberal ha renovado su fuerza y se muestra abiertamente anticatólica. Sus acciones mantienen la evidencia de que sus únicos rivales ideológicos reales son los católicos.

A través de sus sociedades secretas, que ahora definen como discretas, la masonería pulula por una serie de entidades para influir en aquellas personas que pudieran implantar la ingeniería social salida de sus triángulos, compases y mandiles.

Una muestra de este actuar en el día a día, es el transmitir la idea de que el Papa Francisco es el jefe de una ONG, el líder de una ONG que se llama Iglesia, a la que se quiere relegar a la historia y extraerle todo su contenido espiritual. En ese juego están medios como El País, inscrito en un grupo mediático propiedad de Fondos de Inversión norteamericanos y que ocupa edificios que son propiedad del entramado de los Pujol Ferrusola. Así, El País se ha convertido en el gran mentor de esa distorsión del Papa Francisco. El grupo Prisa, junto a otros medios, pretenden crear una imagen del Papa y de la iglesia que se adecúe a sus planteamientos sectarios y a sus intereses políticos.

Respecto a las beatificaciones, los seguidores y servidores del pensamiento único, al margen de sus afinidades ideológicas de andar por casa, sostienen una misma estrategia para aportar elementos que justifiquen sus razonamientos. Con su negacionismo de la persecución y martirio de católicos tratan de darle la vuelta a todo hecho objetivo y de disimular u ocultar hechos sustanciales de nuestra historia.

En primer lugar, niegan que se produjera persecución religiosa alguna en España. Niegan que se ejecutara y persiguiera a miles de personas por el simple hecho de declararse católico, algo que han considerado siempre como un delito. Niegan que los mártires beatificados en Tarragona lo fueran durante la Guerra Civil de 1936-1939, aunque la mayor parte de esos martirios se concentraran en esos tres años y murieran al grito de ¡Viva Cristo Rey! Niegan que las causas de beatificación se hayan basado en hechos históricos y que los postuladores de las mismas se interesasen en saber cómo y por qué murieron esos mártires.

Por eso, sigo sin comprender los complejos de la Jerarquía de la Iglesia, sus sigilos, sus prevenciones, sus componendas con unos y con otros a la hora de plantear las beatificaciones en España. Seamos serios y respetuosos con nuestra propia historia. Decenas de miles de personas murieron en la defensa de su fe, sin armas o con ellas. Y muchos de los que combatieron por su fe en la Guerra Civil lo hicieron, por ejemplo, en unidades de voluntarios que llevaban nombres con referencias religiosas de la Iglesia Católica. Vean sino algunos nombres de Tercios de Requetés.

De Navarra, los de San Fermín, de Nuestra Señora del Camino, de Nuestra Señora de Roncesvalles, de San Francisco Javier, de San Miguel, de Santiago y de la Compañía de Nuestra Señora del Puy de Estella.

De Guipúzcoa, los de San Ignacio y de San Marcial. De Vizcaya, los de Nuestra Señora de Begoña (Vizcaya) y de Nuestra Señora La Antigua. De Álava, los de Nuestra Señora de Estíbaliz, de Nuestra Señora de Begoña (Álava), de la Virgen Blanca o Nuestra Señora de las Nieves.

Ante Dios no hay héroe anónimo

De la Rioja, los de Nuestra Señora de Valvanera y de Cristo Rey. De Aragón, los de Nuestra Señora del Pilar, de San Jorge, de Santiago y los Voluntarios de Santiago de Huesca. De Cataluña, el de Nuestra Señora de Montserrat. De Valencia, el de Nuestra Señora de los Desamparados.

De Asturias, el de Nuestra Señora de Covadonga. De Galicia, el del Apóstol Santiago. Del Reino de León, los de la Virgen del Camino, de Cristo Rey y de Santa María la Real. De Castilla, los de Santa María La Mayor y de Santa Gadea. De Madrid, el de Santa Bárbara, de Nuestra Señora de La Paz, de San Lorenzo.

De Andalucía, los de Nuestra Señora de la Cabeza (Jaén), de Nuestra Señora de los Reyes (Sevilla), del Arcángel San Rafael (Córdoba), de Nuestra Señora de las Angustias (Granada), de Nuestra Señora de la Merced (Jerez de la frontera y Cádiz), de Nuestra Señora del Rocío (Huelva), de Nuestra Señora de la Victoria (Málaga). De Extremadura, el de Nuestra Señora de Guadalupe.

He mencionado, únicamente, las unidades con nombres de santos y vírgenes, pero no quiero olvidar al resto de unidades de todos los territorios de España que combatieron con idéntica fe que las mencionadas y a todos aquellos voluntarios extranjeros que acudieron en la defensa de la Iglesia perseguida en España. Unidades que tuvieron sucesivas reconstrucciones dada la cantidad de bajas en el combate que sufrieron. Todos se sacrificaron y muchos murieron en defensa de su fe y de la Iglesia perseguida, y, ahora, ésta, abducida por el pensamiento único imperante, mira hacia otro lado y les gira la cara y la espalda a ellos y a su sacrificio. Así, con ese actuar de reptil, por mucho que diga lo contrario el cardenal Rouco, la beatificación de Tarragona no ayudará a revivir el alma de la Iglesia en este momento crítico y difícil.

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15/11/13

Crónica de la beatificación en Tarragona (III). Incidencias en la seguridad

En la tarde del día 7 de octubre de 2013, en Tarragona, ante los medios de comunicación, el Conseller d’Interior de la Generalitat informaba que, bajo la coordinación de los Mossos d’Esquadra, agentes de la Guardia Urbana, de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y de la Policía Portuaria participarían en la seguridad del acto de Beatificación. A tal fin se activarían los programas de recogidas de denuncias o del control de alteración del orden público, cuya responsabilidad recaería en el Intendente de los Mossos d’Esquadra, Jaume Giné. El control se ejercería desde la sede del 112 de Reus.

Foto aérea del edificio del 112 en la carretera de Reus a Tarragona

En el ejercicio de sus tareas de coordinación, los Mossos d’Esquadra hicieron caer de la lista de vigilantes del evento los nombres de los que ejercieran o hubieran ejercido sus funciones en aquellas empresas de seguridad sospechosas de estar relacionadas con personas no afines al nacionalismo catalán. Sin importarles que esas empresas y personas reunieran los requisitos y dispusieran de las licencias pertinentes para ejercer la actividad de seguridad. En eventos de este tipo, las empresas de vigilancia han de actuar como auxiliares de los cuerpos policiales.

La empresa de seguridad IMAN, responsable por concurso de la vigilancia del Complejo Educativo de Tarragona (antigua Universidad Laboral), intervino en el acto de beatificación. En sus inicios en Tarrasa, esta empresa fue una compañía de limpieza que se abrió al campo de la seguridad en el ámbito catalán y que se vio inmersa en episodios de irregularidades laborales. Esta empresa deberá concursar, en diciembre de 2013, para renovar su contrato de servicios en la antigua Laboral. Entre las restantes empresas de seguridad operativas en la provincia de Tarragona se opinaba que no habían estado a la altura del evento.

Una muestra de que este acto les sobrepasó fue la intensa actividad que desarrolló la empresa, en la tarde-noche del sábado día 12 de octubre, en su búsqueda de vigilantes para el acto del domingo. Fueron sondeados trabajadores de otras empresas que ejercían su actividad en teatros, hospitales, polígonos industriales, clubes o discotecas. En su recluta de guardas, en plena “fiebre del sábado noche”, se patearon discotecas de Salou, La Pineda, y otras localidades. De una afamada discoteca consiguieron cuatro vigilantes. Ofrecían 8€ la hora hasta un total de 120€ por la jornada, y se debían presentar a las seis de la mañana en el lugar del evento. No obstante, a las ocho horas, el retraso de algunos vigilantes dejaron descubiertas áreas del espacio de la ceremonia. Una incidencia que fue recriminada a la empresa por parte de la organización del acto. Durante la jornada del domingo se verían ciertos comportamientos inadecuados.

Si nos fijáramos en este aspecto, o en otros como la pérdida temporal de las acreditaciones de los periodistas por parte de la empresa de mensajería, que hizo posponer la entrega de credenciales a los medios acreditados ante la organización del acto, colegiríamos que era una prueba, evidente, fehaciente e irrefutable de la existencia de Dios, que protegió el acto sabedor de los "cerebros grises" que suelen concentrarse en ciertas curias "esteladas".

Alarmismo obsesivo

Desde la consejería de interior se alertaba sobre la presencia de peligrosas organizaciones de la plataforma España en Marcha. Entre los mencionados, José Luís Corral, del Movimiento Católico Español, disentía de ese alarmismo y aclaraba que asistiría un grupo representativo con acreditación y que “allí no haremos ninguna demostración pública de nuestra presencia porque el protagonismo no es nuestro. Aunque en muchas beatificaciones acostumbramos a llevar banderas, nos ceñiremos a lo señalado por la jerarquía eclesiástica”, en clara referencia a las palabras de monseñor Juan Antonio Martínez Camino sobre el carácter meramente religioso de un acto, que no iba contra nadie, y desvinculado de cualquier connotación política y reivindicativa.

Aspecto de la ceremonia de beatificación, en que la instantánea del Diari de Tarragona muestra a un Artur Mas, escrutador, junto a otras autoridades

Alarmas y alertas durante los meses anteriores al acto, que se desarrolló en Cataluña contra las beatificaciones, especialmente por una desarbolada izquierda republicana e independentista. El Govern d’Artur Mas tuvo una participación sustancial en esa campaña física y material con su exceso de celo previsor de la presència d’ultres, entre los que incluía a grupos como los ultrasur. ¿Crear una psicosis colectiva de miedo? ¿O se trataba de presentar unos elementos que permitieran prohibir cualquier tipo de signo o de exhibición contraria al pensamiento único nacionalista de Artur Mas?

En su obsesión por impedir la exhibición de banderas de España en el acto, desde la sombra emplazaron obstáculos para amortiguar el testimonio y júbilo de los fieles católicos asistentes y dificultar su derecho a asistir libremente a una ceremonia religiosa por sus mártires.

En primer lugar, el govern mostraría un interés por limitar la magnitud del evento y procurar un entorno intimidatorio con su denuncia de “presencias extrañas” y de posible “exhibición españolista” para que los más tibios desistieran de acudir a la ceremonia religiosa. En algunas localidades trataron de “trabajarse” para su causa a familiares de los nuevos beatos.

La presión que se ejercería con controles intimidatorios y con “extralimitaciones controladas” que condujeron a esos pequeños incidentes que describiremos, inducidos con tal de corroborar su tesis de que “elementos minoritarios y extremistas” querían alterar la celebración eucarística.

A fin de eliminar riesgos, para entrar en el recinto se precisaba una acreditación en la que figuraba el nombre y el DNI. La solicitud de acreditaciones se cerró a mediados de septiembre y con la lista de emplazamiento quedaban identificados los asistentes. Así, pues, el alarmismo de la Consejería de Interior sobre la peligrosidad de los peregrinos estaba fuera de lugar. Porque, como veremos, el verdadero peligro no estaba, precisamente, en ellos.

El imaginario nacionalista indicaba que esa extrema peligrosidad se podía trastocar en “hordas vandálicas capaces de invadir Tarragona”. Sin embargo, los peregrinos son un tipo de gente que nunca ha creado problema alguno en las peregrinaciones a Lourdes, Fátima, Santiago, El Pilar, Nôtre Dame de Paris, a Chestokova en la Polonia meridional que guarda la Virgen Negra de Jasna Gora, Guadalupe, Coromoto, Luján, Loreto, Caridad del Cobre, Medjugorje, De la Aparecida o a cualquier otro centro de advocación cristiana.

Desde el Govern de CiU, desde sus apoyos parlamentarios y desde los sectores eclesiales nacionalistas, se procuró por todos los medios que los mártires parecieran unos seres extraños, de los que no se sabía nada: ni el país en que vivían, ni el contexto histórico en el que sufrieron martirio. La Generalitat, con la sempiterna costumbre de imponer su “Omertá”, pretendía el silencio absoluto para no enfadar a los sucesores de aquellos verdugos que asesinaron a los mártires.

Peregrinos acreditados

Y llegó el domingo día 13 de octubre. Férreas medidas de seguridad cercaron el recinto para impedir la irrupción de cualquier grupo reventador del acto o persona desalmada. Un dispositivo de control y registro exhaustivo motivó atascos que impidieron que algunos autobuses y vehículos no llegaran a tiempo al recinto de la antigua universidad laboral de Tarragona. En el interior de estos vehículos iban familiares de varios nuevos Beatos, que se contentaron con oír el desarrollo de la ceremonia por la radio. Algunos pudieron acceder al recinto cuando la celebración Eucarística tocaba a su fin. Grupos de monjas que esperaban contemplar como sus hermanas de Congregación eran elevadas a los Altares. Otros no tuvieron tanta suerte en el acceso al recinto.

Los peregrinos acceden a pie al recinto donde se celebraría el acto religioso de la beatificación

Unos controles y registros casi como los que se realizan contra Holligans de los equipos de fútbol. Tratados de forma inadecuada y con escasa consideración hacia unas personas que habían viajado toda la noche, en autocar o conduciendo sus vehículos, algunos grupos de peregrinos de distintas diócesis de España como las de Jaén, Córdoba o Ciudad Real, fueron sometidos al marcaje de las fuerzas del orden.

Mas, un gobierno que publicita, a bombo y platillo, leyes integradoras de minusválidos y discapacitados, al final, consiguió que a muchas personas, especialmente ancianos y discapacitados, se les requiriera un esfuerzo especial de estar tres horas antes en el recinto, y andar cientos y cientos de metros desde donde les dejara el transporte colectivo, o quilómetros desde donde pudieron aparcar los vehículos sus familiares o amigos. Y desandar ese camino después de permanecer siete horas en el recinto.

Incidencias de un celo excedido

Un helicóptero había sobrevolado la concentración hispánica del día doce de octubre en Barcelona. Otro helicóptero, posiblemente el mismo, mantendría la vigilancia sobre el campus de la Universidad Laboral de Tarragona, donde se desarrollaron los actos de la beatificación.

En el edificio escolar, al fondo de la imagen, se hallaba colocada una cuatribarrada, mientras el servicio de seguridad se obsesionaba con las banderas de España

En algunos tejados de los edificios del complejo educativo se mostraban enseñas cuatribarradas. Banderas de Chile, de Cuba e, incluso, de la Unión Jack ondeaban en el acto. Ningún miembro de la organización les prohibió su exhibición, más bien se despreocuparon de ellas. Mochilas con las banderas de Italia y de otros países, y otros objetos con signos de varios países, resultaban visibles en todo el recinto.

En anteriores ceremonias de beatificación celebradas en otros países del mundo, la presencia de banderas del país y pancartas con alegorías sobre los nuevos beatos se entendió siempre como normal. En este acto de identidad con los mártires españoles, peregrinos de Hispanoamérica o de países de Europa no entendieron por qué la bandera de España no presidía el acto, ni podía ser portada por los fieles asistentes, ni mucho menos que se considerara casi un delito perseguible o un acto partidista o sectario. Tampoco, entendieron que los servicios de seguridad les informaran de la prohibición de exhibir banderas en el lugar de celebración.

En el momento de la proclamación de los mártires de la Guerra Civil como nuevos beatos, algunos peregrinos hicieron ondear varias banderas de España con el corazón de Jesús grabado en ellas. Rápidamente, el personal de seguridad reaccionó y se dirigió hacia los lugares donde ondeaban las banderas de España para exigir a sus portadores la retirada inmediata de las mismas.

Los peregrinos hicieron ver a los vigilantes que otras banderas ondeaban y no se les exigía su retirada, y, por tanto, entendían que la acción de los guardas era un ataque a la libertad de expresión. Vigilantes y algún voluntario de la organización adujeron que tenían órdenes “del Obispado” y que nadie les iba a decir qué tenían que hacer y que actuarían como creyeran conveniente. Ante la negativa de los peregrinos a retirarlas se les amenazó con expulsarlos del lugar.

A pesar de las presiones del Govern d'Artur Mas, ondearon banderas de España

Momentos en los que se sucedieron varios incidentes. Así, entre los fieles asistentes ubicados en la parcela 12, sector A, se encontraba una hija del mártir Rafael Alonso Gutiérrez, beatificado por Juan Pablo II, y cuyos restos reposan en la Iglesia arciprestal de Ontinyent y cuya efigie se venera en la capilla de los Mártires de la Catedral de Valencia. La señora Dolores Alonso Ruiz y sus acompañantes vieron a un corpulento y nervioso señor con “alzacuellos y pinganillo en una oreja”, que, en voz alta, preguntaba: “¿Dónde están? No los veo”. Su interlocutor le fue indicando el camino hasta que dijo claramente: “Ya los tengo localizados”. El objetivo era una joven que se protegía con una sombrilla sobre la cual había una tela con los colores de la bandera de España y el símbolo del Sagrado Corazón de Jesús. Una vigilante ya había intentado arrebatarle la sombrilla, sin conseguirlo.

En pocos minutos, el “supuesto sacerdote con sotana y auricular”, sin ninguna credencial y sin identificarse, en tono despótico y en catalán, empujando a la chica, le gritó e instó a la retirada de la tela situada sobre la sombrilla. Ante el revuelo causado, uno de los asistentes, próximo a estos hechos, le recriminó su acción y, mientras trataba de hacerle una fotografía, le preguntó: “¿Padre, en qué Seminario ha estudiado usted?”. El presunto clérigo giró sobre sus pasos y salió corriendo del lugar. Evidentemente, el fornido personaje no había sido entrenado para responder a dicha pregunta. De la joven se supo que se llamaba Gema.

El hecho de la presencia de otros parasoles con banderas regionales y extranjeras en el recinto, no fue óbice para que, poco después, volvieran miembros del servicio de orden para obligar sin contemplaciones a Gema a retirar y guardar la tela en cuestión. Pero, la sombrilla tenía los colores rojo y amarillo, por lo que dichos agentes, de forma estentórea, le exigieron su cierre, a pesar del intenso sol del mediodía, bajo amenaza de llevarla detenida. La joven carlista se resistió, advirtiéndoles que la tendrían que arrastrar para llevársela. Como la actitud de los elementos de seguridad comenzara a perturbar la ceremonia, desde lejos, un responsable les dio orden de marcharse, cosa que hicieron. Ante ese palpable abuso de autoridad de que había sido objeto, muchos peregrinos se acercaron a Gema para felicitarla por su valentía.

Pero, la insidia de algunos nacionalistas comportó otro incidente. Tres separatistas pretendieron arrebatarle a un hombre la bandera de España que llevaba en la muñeca y acabaron agrediéndole. Ante la actitud de estos genízaros, un joven carlista salió en defensa del agredido. El agredido y el joven carlista fueron identificados y retenidos brevemente, sin que a los agresores se les tomara filiación alguna. Todavía, un ardoroso vigilante les recriminó que por llevar la bandera de España en la muñeca se había producido un “incidente no deseable”. El vigilante, cada vez más desagradable y furibundo, se enzarzó con el joven carlista gritándole: “¡Los mártires no murieron por España!”.

La pancarta constata con veracidad por qué fueron asesinados los mártires

Una pancarta se había desplegado con el siguiente texto: “Por una España católica. Murieron gritando Viva Cristo Rey”. Una constatación tan histórica y objetiva como esa, trató de ser prohibida. Una constatación que mostraba el amor a Dios y la fortaleza de unos mártires, pero que debía de ser silenciada por imposición nacionalista, ya que buena parte de ellos procedían de familias carlistas en cuyo entorno recibieron y acrecentaron su profunda fe.

En una viva polémica, miembros de la organización y vigilantes, pretendieron arrancarles las enseñas de España, amenazándoles con “soltarles a los Mossos”. A fin de evitar más discusiones y para no dificultar el desarrollo de la Misa optaron por enrollar las enseñas de España.

Un éxito por salir del paso

En líneas generales, a pesar de los obstáculos creados por el Govern d’Artur Mas, al acto se le podría calificar de éxito, por haber salido ilesos del compromiso adquirido.

Algunos nacionalistas salieron a la palestra en defensa de la actuación coordinadora de los Mossos d’Esquadra alegando que éstos eran unos mandados que obedecían el plan de seguridad montado por la Conferencia Episcopal Española, que les había emplazado junto a las instalaciones del puesto de Tarragona y limítrofe con la industria química, objetivo sensible del terrorismo islamista. ¿Alguien vio Obispos con chaleco antibala, dando órdenes por radio a los mandos de la policía? Algunos, sin duda, viven en un permanente delirio.

Rueda de prensa en el Seminario de Tarragona el día siguiente de las beatificaciones

Aunque siempre es difícil ponerse en la piel de otro, por nada del mundo hubiera querido estar en la del Arzobispo de Tarragona en los preparativos de la ceremonia de beatificación. Tarea complicada e ingrata para conducir las cuestiones por el sendero del sentido común y conseguir la participación de todas las tendencias eclesiales. Meses recibiendo presiones de la Generalitat y “mocos de todo género” contra su persona y la Iglesia católica. Si bien la organizadora del acto fue la Conferencia Episcopal Española, ésta delegó parte de las funciones en el Arzobispado, en una muestra de confianza hacia la curia tarraconense.

Sin embargo, las provocaciones del caciquismo de las esteladas y su pretensión de quebrar la normal convivencia entre españoles estuvo presente en todo el acto, con cierta anuencia del Arzobispado de Tarragona y demasiado silencio de la Conferencia Episcopal Española.

Unos sectores eclesiales acomplejados y bien alejados de las palabras del Cardenal Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, que intervino para decir: “En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30, vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología” que anuló a millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos, escuelas católicas y destruyendo parte del patrimonio”. Se refirió a los mártires como personas pacíficas, “víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia”.

Aunque se reconoció persecución, no hubo ni una mención a esas decenas de miles de jóvenes y adultos que, voluntariamente, se alistaron para salvar a la Iglesia de una de las persecuciones más monstruosas sufrida en su larga existencia. Jóvenes y no tan jóvenes que dieron sus vidas, con las armas en las manos, como no podía ser de otra manera en aquellos momentos, sin esperar el agradecimiento de unas autoridades religiosas que, ahora, pasado momentáneamente el peligro, éstas les deniegan.

Ciertamente, ese resquicio por el que se colaba cierta cobardía dejaba abierto el camino a nuevas hostilidades, que no tardaron en llegar. El día 22 de octubre, día de Santa Salomé, se produjo la decapitación de una imagen de la Virgen del Roser en la ermita del Peiró, en Mont-roig del Camp. En la misma población, en la ermita de San Ramón de Penyafort, decapitaron tres santos, uno de ellos San Martín, en el mismo día de su festividad, en la noche del 10 al 11 de noviembre. Desearía que el tiempo me corrigiera.

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