28/8/13

Tambores de guerra en Siria

Los tambores de guerra suenan cada vez con más insistencia. El Premio Nobel de la Paz, Barck Obama, vuelve a las andadas, y van… Nuevamente, la coalición aliada se pone en pie de guerra con la excusa de salvaguardar los derechos humanos. Tras la puesta en escena aparece una nueva situación geoestratégica, los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y sus aliados chocan en sus intereses con los del otro bloque que se va perfilando como antagonista, el de Rusia y China y sus aliados. Llevan días danzando y aullando alrededor de la hoguera de sus intereses geoestratégicos y económicos, mientras otros llevan meses preparando al mundo para una intervención militar en Siria. Una nueva intervención y van…

A día de hoy, parece seguro que el equipo de gobierno de Barack Obama ha decretado tres días de ataques quirúrgicos contra objetivos concretos del régimen de Siria, en un intento de nivelar las fuerzas en conflicto: el régimen de Al-Assad y la oposición islamista coaligada con Al Qaeda. Sin el respaldo de parte de la cúpula del Pentágono, que le aconseja no meterse en el pantanal sirio, ha optado por cubrir las necesidades de la poderosa industria de armamento norteamericana y aliada. Sin esperar siquiera al resultado de la inspección de la ONU sobre el uso, o no, de armas químicas en Siria, el presidente de la Paz lleva meses moviendo sus barcos y aviones en el área del conflicto. ¿Estaremos ante el mismo caso de Bush y sus armas de destrucción masiva en Irak, con las armas químicas de Obama?

Barack Obama y François Hollande, representantes de países con poderosas industrias de guerra. François Hollande busca recuperar la presencia francesa en Oriente Próximo y rescatar la grandeur de la France

¿Cómo se puede dar un Premio de la Paz a un personaje que dirige un equipo de gobierno que no hace más que diseñar escenarios bélicos? La Fundación Nobel debería revisar sus criterios, y hacerlo con urgencia, porque los misiles de crucero de largo alcance Tomahawk, de Estados Unidos y del Reino Unido, apuntan ya hacia sus objetivos en Siria y no son, precisamente, instrumentos de paz. Las bases en suelo francés están en alerta para prestar todo el apoyo para el bombardeo aéreo aliado. Los Patriot, como sistema de misiles tierra-aire de largo alcance, están listos para contrarrestar los posibles misiles enemigos. Un operativo de este calibre comporta meses de trabajo logístico. En previsión del ataque, Israel, ya ha desplegado sus baterías antiaéreas y su escudo de defensa tierra-aire.

No es un secreto que, con la guerra de Secesión norteamericana, se creó una industria de armamento que actúa de dinamizadora de la economía estadounidense, y es de tal calibre que, desde sus inicios, necesitó disponer de poderosos ejércitos con grandes arsenales, y, también, de guerras para poder descargar los materiales obsoletos y dejar espacio en sus almacenes a nuevos modelos de tecnología más avanzada que, además, actuaran de elemento disuasorio contra otras potencias. En el siglo XIX, era necesaria una guerra cada treinta años. Ahora, con el avance tecnológico y el desarrollo de nuevas armas más poderosas, efectivas y eficientes, que las anteriores, la obsolescencia de los arsenales es mayor y necesitan reponerse para estar a la última, como mínimo, cada cinco años. De ahí, que, después de una guerra, se provoca el inicio de la próxima. De ahí, que se financien elementos o grupos terroristas para que, en cuanto adquieran fuerza y amplíen sus objetivos, se pueda actuar contra ellos y sobre los países pardillos que les den cobijo.

Pero, estas guerras no han de ser totales, sino limitadas y perfectamente localizadas. Se trata de destruir suficientemente los países con las incursiones aéreas necesarias para poder reconstruirlos a continuación. Se trata de visionar qué país tiene recursos necesarios para, acabada la guerra, sea más rentable su reconstrucción. Mas con los efectos de las actuales devastaciones bélicas, los países nunca vuelven a ser los mismos en tres o cuatro generaciones. Pensemos en el sudeste asiático, aquél escenario de guerra de la década de los sesenta y setenta del siglo pasado. Al actual Oriente Medio le ha caído en la lotería el mismo premio destructor de aquellos tiempos.

No cabe utilizar, ahora, en esta contienda la cuestión de los derechos humanos, cuando esas mismas potencias vienen décadas haciendo caso omiso a la persecución y genocidio que sufren los cristianos en esta área geográfica, una auténtica política de exterminio que solamente ha obtenido el silencio de su parte.

Salvo excepciones, para este fin de manipulación de grandes poblaciones, los medios de comunicación cumplen perfectamente esa función. Manipulan imágenes y crónicas, escenifican escenas de guerra que nunca existieron, cambian el bando de los autores de atentados terroristas, nos proyectan escenas de incendios y grandes humos negros saliendo por encima de los tejados de las casas como si fuesen bombardeos cuando minutos antes camiones de milicianos llenos de neumáticos se han dirigido “al plató” callejero donde iban a ser incinerados. Con sus pésimas traducciones, acaban inventándose textos del “enemigo” al cambiar sus palabras o el sentido de las mismas. Así, un día tras otro, acaban intoxicando informativamente a la población mundial y provocando un mayor odio hacia determinados países y regímenes a los cuales, hasta la misma víspera, se les había prestado apoyo de todo tipo.

Desde hace una década se vienen instigando falsas primaveras que, al poco tiempo, devienen en inviernos infernales en los que la aplicación estricta de la Sharia acaba por liquidar las ansias de libertad de unas poblaciones que, en la cuestión de derechos humanos, sufrirán un retroceso en el tiempo. Estados Unidos, Gran Bretaña, una Francia necesitada de “grandeur” y el resto siguen utilizando las falacias en sus argumentos para invadir países. No quieren enterarse de que quien se opone a una dictadura o a un régimen autoritario no es necesariamente un demócrata convencido, ni por arte de birlibirloque es así. A las pruebas de la última década me remito.

La conspiración de tantas fundaciones y lobbies del pensamiento neoliberal para imponer su nuevo orden y el new age ha incrementado la persecución de cientos de millones de personas. El silencio de estos grupos discretos ante los efectos de sus actos es bien elocuente. Tiran la piedra, destrozan personas y países y ocultan la mano.

Y la Izquierda Cejuda ¿qué?

¿Qué hace la progresía ante las guerras de su amigo Obama? Silencio y mutis por el foro. A los titiriteros de la “Zeja” ni se les espera. Tal vez, desde la ultratumba manifiesten algún deseo, pero es tanta su equidistancia que no se percibe ni un susurro. Deben estar, todavía, a la espera de ese encuentro planetario del que nos hablara la ex ministra socialista Leire Pajín. Ese encuentro en la séptima fase que se debía producir entre Zapatero y Obama.

Imagen del clan de la Zeja y del “ausente” Rodríguez Zapatero, el destructor

Por cierto, ¿han oído alguna declaración de Pedro Almodóvar? ¿De Willy Toledo?, ¿De Ana Belén, de Sabina, de Miguel Bosé, de Concha Velasco, de Víctor Manuel, de Serrat…? ¿Y de ese interminable etcétera de subvencionados por su cara bonita? ¿De todos aquellos cineastas y artistas que ingresan más por la cuantía de las subvenciones que por tickets de taquilla de unas obras dirigidas a públicos tan exquisitos como minoritarios?

De momento, tampoco, se han oído palabras de Cayo Lara, de Julio Anguita, de Gaspar Llamazares o de los indignados alternativos y profesionales callejeros. ¡Estamos en verano! Se me olvidaba.

No esperen mucho de ellos. Para todos estos los conflictos humanos sólo son una pose, una ocasión más para chupar cámara, como en aquellos “robados de imagen” tan propios de las revistas del corazón.

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