21/5/15

Campaña electoral mecida por encuestas, embajadores, asesores, falacias y futilidades

La previsible atomización política que prevén las encuestas en las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo puede conducir a la situación de ingobernabilidad en muchas localidades y comunidades autónomas. Quizás no, en aquellas 38 poblaciones que disponen de Alcaldes eternos que gobiernan desde los albores de la transición democrática, contando que algunos de ellos ya realizaban esa función una década antes.

En estos comicios de 2015 se pueden iniciar los primeros pasos para dejar atrás los tiempos de corrupción e impunidad, por lo que es conveniente pensar qué y a quién se vota. Desde la anterior convocatoria del 2011, la vorágine se ha adueñado de la política local y autonómica. Por eso, ahora, resulta indispensable el ascenso de personas que sean capaces de llevar a cabo un manejo correcto del tiempo que permita paralizar aquellas acciones, especialmente de agitación que nos están conduciendo a la ingobernabilidad y que cuentan con el especial beneplácito de aquellas cancillerías extranjeras deseosas de quebrar España y de ese fundamentalismo salvaje que tiene sus ojos puestos en España para plantar sus reales en un territorio que consideran suyo.

¿Qué queda de aquellas jeremiadas del 15-M?

En aquellos días de mayo del 2011, el movimiento del 15-M se adueñó de las calles antes de la celebración electoral y se mantuvo insurrecto durante la jornada de reflexión, instrumentalizado por el gobierno de Rodríguez Zapatero que trató de usarlo como un ariete contra el PP. Días de ocupación de las plazas de España donde los indignados acampados mostraron una aparente inocencia y bondad, si bien sus ocurrencias y consignas, más o menos llamativas, y el resto de sus posturas devinieron en una manipulación de los hechos.

Del 15-M quedan unos indignados que piden a Monedero que lidere un nuevo partido

Aquél 15-M se configuró como un movimiento esencialmente mediático que, bajo apariencia asamblearia, traslucía una política de izquierdas y totalitaria. Así se vivieron esas jornadas entre un continuo tratar de imponerse en las asambleas, en la calle, que se tradujo en episodios como los ataques a los peregrinos que acudían a la Jornada Mundial de la Juventud y que esperaron la visita del Papa en Madrid. El apaleamiento de una peregrina en silla de ruedas definió claramente lo que daba de sí ese movimiento descabezado. El movimiento del 15-M contó con la cobertura mediática favorable e incitadora de La Sexta y Cuatro, y la cobertura mediática informativa desde la calle y con debates en Intereconomía. De hecho, fue en esta última cadena, en su tertulia de El gato al agua, donde Pablo Iglesias tuvo su primer alcance nacional.

En este mes de mayo de 2015, el movimiento 15-M ha tratado de llenar las calles y ha fracasado en su intento. Afortunadamente, nada que ver con la algarabía de hace cuatro años. Otra muestra más de que la juventud por sí misma no garantiza nada y de que parte de ese movimiento antisistema ha sido abducido por Podemos.

Entrevista de Pablo Iglesias con el embajador norteamericano

Dada la costumbre de Podemos de escenificar todas sus acciones podríamos decir que, en el mes de marzo, produjeron un remake, una adaptación fidedigna de la trama, personajes, ambientación y cualesquiera otros detalles de aquella lucha entre bolcheviques y mencheviques, que se concretó en la ruptura entre el revolucionario anticapitalista Monedero y el reformador Pablo Iglesias. En el 1917 los bolcheviques se hicieron con el control de la situación, en 2015 los mencheviques del nuevo Kautsky controlan el aparato de Podemos.

Juan Carlos Monedero, tras publicarse diversas noticias que lo mostraban como uno más de la “casta” al tener problemas con el fisco, comenzó a ser una rémora para el partido, y pesaba como una losa su íntima relación con el régimen de Maduro y su narcoestado.

Pablo Iglesias, para catapultar Podemos hacia el poder político, tenía que moderar la organización y abrirse al espacio electoral de ese centro que ha permitido gobernar tanto al PSOE como al PP. Conocía Iglesias que, a medida que se iban conociendo más detalles del carácter represor del régimen de Nicolás Maduro, el radicalismo que hizo subir la espuma de la intención de voto, la desinflaba, y las relaciones con el régimen iraní la ahondaba aún más. Consideraba Iglesias que el apoyo mediático recibido de las cadenas La Sexta y Cuatro no era ya suficiente para auparlos al poder.

Un Pablo Iglesias, invitado por Syriza, asistió entusiasmado y pletórico al mitin de cierre de campaña en Atenas

El triunfo de Tsipras en Grecia insufló excitación a Podemos, e intentaron capitalizar la participación de Pablo Iglesias en el mitin de cierre de campaña de Syriza en Atenas. Pero, dos meses después, la incapacidad de Syriza para gobernar la crisis griega abrió los ojos a los españoles que confiaron en las soluciones mágicas que les dictaban Hessel, Sampedro o Eduardo Punset en aquellas jornadas del 15-M, llenas de obviedades en sus mensajes.

Syriza y Podemos, similares a la hora de encarar la crisis a base de recetas keynesianas: moderar el problema de la deuda pública, y sus propuestas de impago, de quita a una moratoria y de condicionar el pago al crecimiento económico y de destinar fondos a la economía. Se rebelaban contra la política de austeridad que la Troika comunitaria y el FMI imponían en el sur de Europa.

El 30 de enero de 2015, pese a los escándalos, Podemos confiaba en Juan Carlos Monedero para encabezar su lista a la Alcaldía de Madrid, una “candidatura de unidad popular” pactada con Ganemos Madrid y militantes de IU y Equo. Un día antes, en un mitin-concierto celebrado en el centro cívico Julián Besteiro de Leganés (Madrid), Monedero denunciaba “la campaña mediática de acoso y derribo” que padecía y cargó contra el ministro Montoro con un “No te tengo miedo” y concluyó sentenciando: "Nos han declarado la guerra y la vamos a ganar".

El viernes 6 de marzo, Podemos guardaba silencio sobre la opción de Monedero como alcaldable de Madrid, pero, desde el miércoles día 4 de marzo, barajaba la opción de una mujer y conocida intelectual para encabezar la candidatura de Ahora Madrid, marca electoral de Podemos en la capital. La misteriosa señora resultaría ser Manuela Carmena Castrillo, jurista española y juez emérita del Tribunal Supremo.

El 22 de marzo de 2015, mientras se escrutaban los resultados de las elecciones andaluzas, Pablo Iglesias y la comunista Tania Sánchez escenificación su ruptura sentimental en los medios y en las redes sociales.

Así, en ese contexto de renuncias personales y políticas, en un día de marzo, se había producido la entrevista de Pablo Iglesias con el embajador norteamericano en España, James Costos, que deseaba calibrar el antinorteamericanismo de Podemos, representado por el ala radical de Juan Carlos Monedero, y sus relaciones con Venezuela e Irán, dos países integrante del “eje del mal”, así calificado por el gobierno de Barack Obama. El 30 de abril de 2015, a una semana del inicio de la campaña electoral, el todavía poderoso secretario de Proceso Constituyente y Programa de Podemos, Juan Carlos Monedero, se veía obligado a presentar su dimisión como miembro de la dirección del partido.

En esta fotografía de Vox Populi, ya se presagiaba la ruptura entre Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero

Presentada su dimisión, Monedero reclamó la vuelta de Podemos a sus orígenes antisistema frente a las reglas del ámbito institucional. Con posterioridad, el mismo día que fichaba por la cadena televisiva Cuatro, Monedero denunciaba que “Podemos ha abandonado a la gente por la tele". La revolución, una vez más, había devorado a uno de sus hijos y perdía un icono radical que pretendía poner España patas arriba con su divertimento intelectual de un proceso constituyente inducido por élites librepensantes.

Tras la entrevista con el embajador norteamericano, Pablo Iglesias fue analizando las limitaciones de Podemos para asumir un espacio de gobierno, habida cuenta del fiasco griego. Por sus propias encuestas, Iglesias sabía que, a pesar de la crudeza de la crisis sobre la población, con Monedero su horquilla real de voto se situaba entre el 12 y el 15 por ciento del electorado, y sin él la horquilla se ampliaba hasta el 25%, permitiéndole hacerse un hueco entre PP y PSOE. La salida de Monedero le haría perder un voto radical, pero ganaría votos en el centro y accedería a personas con mayor cualificación profesional, siempre necesarias para ejercer labores de gobierno. Las encuestas internas de populares y socialistas manejaban resultados similares.

Pablo Iglesias calificó su encuentro con el embajador Costos de “útil, productivo, cordial e interesante”, y llegó a considerar a Estados Unidos como un socio estratégico. Para Monedero, Estados Unidos es un enemigo y su embajador un representante del Imperio, con el que no se hubiera entrevistado no teniendo el poder. El enfrentamiento entre ambos líderes tiene su reflejo en la división y la tensión existente en varias agrupaciones locales de Podemos por el guirigay de grupos que las componen, una realidad que puede obligar a hacer horas extras a las comisiones territoriales de garantías.

Asesores obsesionados

Hoy en día, se quiere encerrar la condición humana y reducir su complejidad a unas pautas publicitarias, y condicionarla a golpe de encuesta, sin disponer de verdaderos Planes B ante posibles coyunturas no deseadas. A golpe de encuesta la política degenera en puro marketing, donde la imagen se compone de marcas y figurantes que han sustituido al debate de ideas, a los candidatos y programas.

Demasiados partidos que presentan candidaturas han de navegar entre la corrupción propia y la de los demás. Los candidatos sueñan con debates televisivos para transformar al ciudadano de sujeto político a sujeto contemplativo de un espectáculo que lo deja reducido a público. A los candidatos, reconvertidos en cuasi actores, se les exigen requisitos tales como fotogenia, lenguaje corporal, combatividad dialéctica, retórica y capacidad para la puesta en escena, como si de un casting se tratara. Por eso, ni los debates ni el resto de la campaña están permitiendo despejar la incertidumbre en gran parte de España. Una gran imprevisibilidad que obliga a los medios a tener preparadas diversas portadas alternativas que, a las once de la noche, puedan reflejar lo acontecido en la jornada electoral.

Ese tipo de campaña precisa de las triquiñuelas de unos asesores de imagen, siempre atentos para analizar flaquezas y debilidades de los ciudadanos, escudriñar sus acciones o dichos improcedentes, sin sentido para descifrar el por qué del alelamiento de algunas personas, su escasa razón y su perturbación de los sentidos, estén éstos originados o no por ciertas disfunciones hormonales. Imbecilidad que, a personas sin fundamento alguno, las hace mostrarse engreídas, para así ocultar su corto entendimiento y sus carencias de instrucción, puesto que todos son posibles votantes. A eso en grado extremo, los psiquiatras lo llaman idiotez; pero, en la Grecia clásica la idiotez era desentenderse de la cosa pública. ¿Qué diría Pericles sobre los tejemanejes de estos asesores?

Escuchas a estos asesores y sacas la idea de que consideran al votante medio como un ser intelectual y moralmente olvidadizo y distraído, al que no hay que hacerle llegar mensajes complejos, ni plantearle cuestiones como una conjunción de ideas y de acción. De ahí, que los asesores se pirren por aplicar a la política la publicidad comercial, cuyo objetivo radica en atraer la atención mediante imágenes y pocas palabras. Idea publicitaria que ha impregnado la comunicación misma, los contenidos y discursos, y casi llega a fusionar eslogan publicitario y titular periodístico, moviéndose éste en el magma pringoso de una expansiva trivialidad, que aleja a la comunicación de su función de transmitir conocimientos acerca del mundo.

En la secuencia que muestra ABC, se puede comprobar que no se le acepta el saludo a Esperanza Aguirre. La educación no se improvisa, ni se ha de perder por más que lo exija el guión de la campaña

Si aceptamos que una imagen vale más que mil palabras, habrá que acostumbrarse a imaginar las imágenes contenidas en las palabras, para no quedarse sólo con el carácter psicológico, el modo de expresión y la vestimenta de un candidato, sin asimilar algo de su programa político.

Por eso, a los asesores les interesa debates televisivos con un modelo y un tono formal, pactado, encajonado, discreto, educado y sin alma. En ellos, los asesores inducen a los candidatos a plantear argumentos lógicos simples y que no requieran más de dos pasos, porque al espectador le suele gustar la televisión, pero no la elucubración política. Aconsejan no tratar de convencer al contrincante ni responder a sus preguntas, ni la de los periodistas ni las de nadie. Sólo discutir de lo que es indiscutible, y nunca enfrentarse al moderador, porque los seguidores de esa cadena televisiva se identificarán con él y no con el candidato. Recuerdan al candidato que la pantalla del televisor está emplazada en el comedor de la casas de los votantes y no se les ha de importunar en su casa, sino mostrar sosiego para no alterarles en su propio domicilio. Previenen que, en esas circunstancias, sólo a través del optimismo se llega a la gente y que un debate lo gana quien consigue que se hable de lo que a él le interesa.

Las últimas encuestas publicadas muestran un desconcierto del electorado español ante la presencia de numerosas alternativas y las incógnitas que éstas desprenden para el futuro. Por ejemplo, ningún partido lograría la mayoría absoluta en ciudades como Barcelona, Sevilla, Valencia y Bilbao, donde el PNV necesitaría el apoyo del PSE-PSOE para gobernar. En las encuestas, el bipartidismo y la corrupción aparecen como inseparables y pueden trastocar algunas sonrisas en rictus mortis.

El pueblo y el cambio como falacia

Como venimos comprobando en estos últimos cuarenta años, el lenguaje y mensaje político es harto cansino y siempre orientado a llegar y mantenerse en el poder. Para ello, los dirigentes precisan de ficciones, de algo que, por definición, no pueda equivocarse y que constituya su soporte. Como no les interesa la convivencia pacífica, sino el dominio de la población, surge el concepto de padres fundadores que, a base de movilizaciones de masas –sean éstas nacionalistas, peronistas, comunistas, fascistas, populistas…-, construyen esa falacia llamada pueblo, que conformarán a imagen y semejanza del líder, a quien se deberá rendir culto a la personalidad. ¿Se puede sostener que el pueblo soberano es intrínsecamente bueno? ¿Qué el pueblo es capaz de construir la voluntad general? ¿Qué el pueblo es capaz de gobernar directamente mediante una indefinida y permanente democracia participativa de tipo asambleario?

Otro concepto fútil es el de cambio, que todas las candidaturas repiten sin cesar cual mantra, empleándolo hasta la saciedad, en la consideración de que sólo ellos son los únicos capaces de traer ese cambio. La idea del cambio se vuelve a configurar como la gallina de los huevos de oro en los programas.

Así, entre falacias y futilidades, asesores y actorcillos, los ciudadanos conllevan estoicamente las campañas electorales.

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