7/11/15

Vodevil separatista: pactar para amparar la corrupción transversal en Cataluña

¿Cabía esperar alguna otra cosa en la Catadisney de la casta nacionalista?

Ciertamente, NO. Contra toda lógica, en su desafío separatista, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, ha ignorado el reglamento de la cámara y tramita la moción independentista de Junts pel Sí y la CUP, para debatirla y votarla en un pleno convocado para el lunes día 9 de noviembre. La fanática y sectaria Sra. Forcadell ambicionaba, y ambiciona, la presidencia de la Generalitat; pero, Artur Mas al situarla en la presidencia de la cámara autonómica se deshacía, así, de una enemiga.

Carme Forcadell en el momento de proponer en el Parlament a Artur Mas para la presidencia de la Generalitat. ¿Entra en trance o se está descomponiendo?

En su reduccionista y excluyente universo es habitual la permanente falta a la verdad y la manipulación en beneficio propio, por ejemplo, del reglamento de la cámara que ha encontrado el rechazo unánime de la oposición política, cuyos diputados pidieron un dictamen de los servicios jurídicos de la cámara y ella les negó la asistencia letrada. ¿Un personaje así puede representar un papel institucional como la Presidencia del Parlament?

El lunes 9 de noviembre propondrá como presidente de la Generalitat a Artur Mas, cuya investidura se pospondrá en el tiempo hasta que se materialice la abstención in extremis de la CUP. Pero, el acto más visual será la propuesta de resolución presentada para iniciar el proceso de ruptura con el resto de España: desobedecer leyes y sentencias.

No es comprensible que se trate esa moción de ruptura sediciosa antes que proceder a la investidura del presidente de la Generalitat. Pero, existen grandes urgencias por tratar de salvar a los “Klanes nacionalistas”, acusados de corrupción ante la Justicia, y, de nuevo, la CUP, como firmante del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, acude al rescate de los caciques de Cataluña. Un apoyo de la CUP que causa tensión, incluso, en el propio “govern” en funciones de la Generalitat. ¡Cataluña no se merece a esta gente! ¡Qué triste espectáculo!

Ante la “vulneración de su derecho de participación política”, PP, Cs y PSC presentaron recurso de amparo ante el TC, que fueron aceptados a trámite. PP y Ciudadanos pidieron la suspensión cautelar del pleno del Parlament, que no fue aceptada por el tribunal.

Por su parte, para contribuir al espectáculo, el Tribunal Constitucional ha permitido que se debata la moción independentista que pretende iniciar el proceso de ruptura con el resto de España, al considerar que sólo es una propuesta que hasta que sea aprobará no devendrá en declaración independentista. Los once magistrados, por unanimidad, han denegado la suspensión cautelar del pleno del Parlamento catalán, al entender que es “la sede natural del debate político” y que aprobar la declaración es una cuestión "que no debe condicionar anticipadamente la viabilidad misma del debate". Sostienen que las peticiones de Ciudadanos y PP promovían "un control de constitucionalidad sobre una resolución que no se ha adoptado y cuyo contenido último se desconoce", que rebasa la función del recurso de amparo. El Tribunal Constitucional es consciente del riesgo, pero sólo puede actuar una vez que el Parlamento catalán saque adelante la declaración rupturista. Le recuerda al Parlamento de Cataluña la obligación de actuar conforme a la legalidad. “En este momento es a la propia Cámara autonómica a quien corresponde velar por que su actuación se desarrolle en el marco de la Constitución”, y “Son las asambleas parlamentarias, en su condición de poderes constituidos, las que, en primer lugar, deben velar por que sus decisiones se acomoden, en todo momento, a la norma fundamental”.

Ciudadanos, en su recurso, advertía que la aprobación del texto secesionista suponía la desobediencia de las instituciones catalanas al propio Tribunal Constitucional, pero éste señaló que "el contenido de las disposiciones, resoluciones o actos emanados de un poder público, cualquiera que sea, no menoscaba la integridad de las competencias que la Constitución encomienda a este tribunal, que ejercerá cuando proceda, con prudencia y determinación”. Los magistrados subrayaban que, una vez aprobada la declaración, a ellos corresponde la última palabra y recordaban al Parlament que, en marzo de 2014 declararon inconstitucional y anularon parcialmente la Declaración de Soberanía y del Derecho a Decidir del Pueblo de Cataluña, aprobada por esa cámara el 23 de enero de 2013.

El jueves 5 de noviembre, por la tarde, tras un llamamiento de Societat Civil Catalana se produjo una concentración ante la sede de la Generalitat, en la plaza San Jaime de Barcelona, “en defensa de la democracia y del Estado de derecho” y para mostrar el rechazo a la política de hechos consumados del separatismo, que pretende quebrar el régimen constitucional, perjudicar la convivencia y privar a los ciudadanos catalanes de sus derechos y libertades. En esta concentración la ciudadanía fue la protagonista del acto, en el que no hubo simbología de partido o de grupo como pancartas, camisetas, globos, pegatinas u otros elementos, ya que todos los participantes, al margen de sus ideologías, respetaron el espíritu cívico de la convocatoria.

¿Cómo entender el galimatías golpista?

En el tic-tac de la cuenta atrás, se puede vislumbrar ese fanatismo e irracionalidad que quiere llevar a la sociedad catalana a sumirse en la pobreza, la ruina y la tristeza. Muchos, tanto en el resto de España como en el extranjero, han calado a los nacionalistas catalanes. Es la hora de la decisión y de la unidad y de no justificar lo injustificable ni dar un paso en falso, porque el nacionalismo se sustenta elevando a sus descerebrados a la categoría de “héroes” y a sus irresponsables los convierte en “mártires”.

Artur Mas abraza a Carme Forcadell tras ser nombrada presidenta del Parlament

En todo este proceso, innegablemente, pocos entienden que se lleve años publicitando delitos muy graves e incitando a ellos, de forma contundente, expresa y palmaria, y se tenga que esperar a su comisión para poder proceder a detener al delincuente. Y ello, aún a costa de desproteger a las víctimas. O, esperar a que los recursos desaparezcan y no quede dinero para pagar a las farmacias, la dependencia o la sanidad, y aparezcan decenas de miles de millones de euros de caudales públicos circulando por paraísos fiscales. Aún a costa de caer en el esperpento, ahí está la paradoja de querer ser más democrático y legalista que nadie, y, mientras, los delincuentes campan por sus respetos cachondeándose de la gente honrada.

Es difícil de digerir para la ciudadanía honrada; es decir, para la mayoría de la población catalana. Sobre el golpe de Estado que se pretende dar en Cataluña se viene tratando en análisis, artículos, editoriales, opiniones, tribunas y tertulias de todo tipo.

Dos opiniones pueden resumir esta situación. Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional Público, explicaba en El Mundo que el independentismo ha puesto a prueba la inanidad del Gobierno de Rajoy y pretenda por la fuerza de los hechos formar un Estado aplicando el principio de efectividad, sin importarles la legalidad ni la legitimidad. Imponer el hecho frente al derecho y al modo de hacer las cosas. Exponer que se ha de actuar antes de la formación de los actos de la estatalidad formal, de acuerdo con la Constitución y la ley, aplicando los preceptos vigentes para situaciones extremas.

Otra opinión, la de Joaquim Coll, vicepresidente de SCC, en El Periódico. Entiende que jamás se ha de responder a una provocación antes de tiempo, cuando Junts pel Si y la CUP lo esperaban para solucionar la papeleta de la reelección de Artur Mas. Una esperanza rota para convertir a Carme Forcadell en heroína. Jurídicamente, cuando se produzca la declaración independentista, el recurso que interpondrá el Gobierno la suspenderá de forma automática. Desde ese momento, cualquier nuevo acto jurídico o hecho administrativo que signifique desacatar al Tribunal Constitucional implicará la intervención del Estado para abortar una situación de rebeldía contra la democracia y el Estado de derecho. Ante la gravedad del desafío secesionista –dice Coll- pocos se oponen a la aplicación del art. 155, para intervenir aquellas competencias que impidan desarrollar la hoja de ruta secesionista. Con proporcionalidad y gradualidad para suspender, incluso, a todo el “govern”.

¿Qué impide la aplicación de los pertinentes artículo del Código Penal e, incluso, los preceptos del artículo octavo de la Constitución?

¿Qué papel tiene asignado la CUP en este vodevil?

Hace tres décadas el nacionalismo diseñó su Cataluña virtual. CiU representaba el centro derecha. ERC representaría el centro izquierda. Pero, para desbancar y dividir electoralmente al PSC necesitaban de una izquierda que aglutinara núcleos socialistas, ácratas y comunistas de todo tipo. Para hacer la tenaza, jugaron primero con el PSUC y, después, con ICV y su apéndice EUiA. El experimento no obtuvo los resultados esperados por los “Klanes”. A medida que la acción de la justicia contra la corrupción en Cataluña avanzaba, los clanes nacionalistas al sentirse acosados precisaron de un escudo protector que agitara la calle y cuando procedían a inventar un nuevo engendro, en esas, apareció la CUP.

Se le asignó un triple objetivo. En primer lugar, tratar de aglutinar a esa juventud indignada que había sido adoctrinada por el sistema de enseñanza controlado por la Generalitat, para transformar buena parte de su pasotismo en acción independentista. Abducidos por el odio de la lucha de clases fueron transformando éste en odio nacionalista hasta trastocarse en auténticos catabatasunos, de acuerdo con las directrices de sus dirigentes. Como es habitual en todos los partidos, aquí también se puede encontrar personas que actúan de buena fe.

Un segundo paso consistía en apoderarse del mayor número posible de votos de izquierdas para ponerlos al servicio de la independencia. Esto exigía una permanente propaganda y eso requiere recursos, muchos recursos para actividad publicitaria y para desplazamientos de sus agentes de captación y de sus liberados. ¿Cómo una organización pretendidamente proletaria podía disponer de ellos? Objetivamente, y a poco que se haya actuado en política, se puede comprender que, ni hartos de orujo, se sostienen con cuotas de afiliados.

Por la forma que han inundaron las poblaciones catalanas, sin reparar en gastos, han dispuestos de recursos conforme los necesitaban. Ellos sabrán cómo han conseguido empastifar las paredes con miles y miles de carteles impresos a todo color y miles de pancartas, o imprimir publicaciones de todo tipo, sin que falten las clásicas octavillas. Es digno de estudio ver como les han florecido decenas de asociaciones y entidades, con diferentes nombres y las mismas personas en todas ellas. O valorar cómo a diario los medios del régimen nacionalista da publicidad a sus actos de todo tipo y a sus aparentes acciones contra “el govern de la Generalitat”. Acciones convocadas de una forma y que, siempre, concluyen con ataques programados al PP y otros tendentes a desprestigiar al PSC, aunque se traten de competencias asumidas en su totalidad por la Generalitat. En sus análisis y en su acción política muy poca aportación práctica para la sociedad.

Militantes que, en las campañas electorales, suelen sobreponer sus carteles sobre los de otras opciones presentes en los comicios, especialmente sobre la propaganda de del PP, Ciudadanos o el PSC, a veces con la de ICV-EUiA, e incluso en alguna ocasión con la de ERC, sorprendiendo, siempre, que los “carteles” de la entonces CiU permanecieran en sus espacios electorales sin verse sometidos a la bajeza de tales acciones.

Sorprende, también, que cuando promueve denuncias contra la corrupción su objetivo tiende a ser contra elementos del PSC, como en el caso INNOVA. Casualmente, con la traca del “prusés”, algunos de los casos se van quedando aparcados o al ralentí.

En tercer lugar, conseguir que el grueso de sus votos estuvieran en barrios obreros y de clase media baja para competir con la izquierda en los cinturones rojos, parece ser que no ha sido posible. Las áreas de sus votos coinciden bastante con las de Junts pel Sí, el centro acomodado de las zonas urbanas.

¿Quién le puede negar una investidura a Artur Mas si abraza como un osito amoroso

Como parte de la casta nacionalista, la CUP insiste en su engaño de que no votará a Artur Mas como presidente. Pero, según ERC, la investidura de Artur Mas ya está pactada, y la CUP encontrará la manera de votarlo, alargando su paripé a la espera de los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre. En su parodia exigen acelerar la secesión y realizar actos inmediatos de desobediencia para dar su aval a la pervivencia de la corrupción de los “klanes nacionalistas”, que no tienen más que ganar con la independencia aunque eso suponga enterrar a CDC. Artur Mas sueña con ser el presidente golpista, el del partido único, el del butifarréndum único, el de la pregunta única y el del editorial único. Al fin y al cabo, la actual componenda representa la unión de los totalitarios en Cataluña.

¡Cosas que tiene esa Cataluña virtual de corruptos y corruptores “Klanes nacionalistas”! En fin, un vodevil de comedia frívola, con argumento sustentado en la intriga y el equívoco que, por supuesto, incluye el consabido numerito musical del “Segadors”. Una pieza teatral que, por más cómicos y dramáticos que se pongan los de CDC, ERC y sus comparsas electorales y la CUP, no consigue llegar a sainete aunque la representación se realice toda en un solo acto monotemático sobre la independencia.

Sin ellos pretenderlo han conseguido que la ridiculez y la farsa de sus actuaciones ensalcen, aún más, sus vicios individuales y colectivos, sus locuras, sus abusos, sus deficiencias e incapacidades y sus dobleces.

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